Tigre vivió ayer la tarde que soñó durante años: ganarle a Boca en La Bombonera jugando mucho mejor que el "xeneize". Y vaya si pasaron años. Fueron 59 los que esperó el Matador de Victoria para volver a ganar en La Boca. Pero Tigre se llevó algo más, porque con el 3-2 subió hasta el segundo lugar y dejó sin invicto al equipo de Carlos Ischia.
Todo ocurrió en el primer tiempo: los cinco goles y otro hecho determinante, como lo fue la expulsión de Sebastián Battaglia a los 38 minutos. Tigre volvió a dar muestras de seguridad, confianza en sus posibilidades y contó además con Martín Morel, la gran figura de la tarde.
Tigre tuvo oportunidades de definir el partido, después pudo perderlo y finalmente se fue al descanso con ventaja mínima. La diferencia la marcó Morel, conductor de su equipo, pensante, veloz y preciso, además de haber marcado dos tantos.
Una visita efectiva
Tigre aprovechó la primera oportunidad que tuvo, a los 6 minutos, cuando Rusculleda tomó un rechazo corto de Battaglia, devolvió la pelota al área y donde Luna, de media vuelta, venció a Caranta. La sorpresa aumentó seis minutos más tarde, al ejecutar Morel, con gran precisión, un tiro libre, bajo y al palo del arquero, para establecer el 2-0.
Cuando tenía todo servido dado el desorden y la confusión de Boca, Tigre cometió el error de retroceder demasiado y permitió que el rival se agrandara. En la medida en que fue apareciendo Palacio, Boca comenzó a tener más posibilidades, y así fue que en el minuto 22, Battaglia descontó. Y a los 28 llegó el empate: Dátolo desde la derecha, cruzó la pelota hacia el arco, Blanco desvió de cabeza contra su arco y superó a Islas. Pero a los 32 volvió a aparecer Morel con un perfecto remate bajo desde afuera del área, para poner a Tigre 3 a 2.
La segunda parte fue monocorde, entre un Boca empecinado en buscar el gol por los caminos más difíciles y sin ninguna idea clara de cómo llegar al empate. Tigre se limitó a esperar juntando mucha gente en la cercanía de su arquero, y especuló con el contraataque, que en algún momento pudo haberle dado buenos frutos. Los últimos minutos se consumieron al ritmo de la desesperación de Boca, que perdió en su casa después de 29 partidos.