"Es espectacular. Es el sprinter más grande de todos los tiempos", dijo Asafa Powell con la resignación fosilizada en el rostro. Menos angustiado y desde Detroit, el ex nadador norteamericano Mike Spitz elogió al fenómeno que había igualado su record de medallas de oro ganadas en una sola cita olímpica, 24 horas ante de que finalmente lo superara: "La palabra que me viene a la mente es épica. Lo que hizo (esta noche) fue épico. Nunca pensé que estaba fuera de esa carrera. Phelps representa un tipo de fuente de inspiración para los jóvenes de todo el mundo".
Powell y Spitz, a su modo, ya están en la historia grande del deporte mundial. Pero nadie mejor que ellos para explicar lo que significarán Michael Phelps y Usain Bolt para los Juegos Olímpicos de Pekín. Ellos porque de alguna forma los sufrieron en carne propia.
Aún faltan varios días para el cierre de una cita que marcará el inicio de la hegemonía china, al menos en materia olímpica. Pero el "pez" y la "gacela" de oro alcanzaron la cima deportiva y no habrá nadie, en esta semana de competencia que resta, que los baje de allí. Nada igualará a lo que sucedió entre los últimos minutos del viernes 15 y el sábado 16 de agosto.
Los dos deportes progenitores de los Juegos tuvieron sus momentos cumbres gracias a dos muchachitos. Phelps sumó con apenas 23 años su octava medalla de oro en El Cubo de Agua, batió siete de los 25 records mundiales que se quebraron allí, y rompió dos marcas históricas: la de Spitz, en Munich 72, y la de medallas doradas en total, porque acumula 14 (muy atrás quedaron con 9 atletas como Paavo Nurmi y Carl Lewis. Ahora sólo le resta alcanzar a la gimnasta rusa Larisa Latynia, que suma 18 (9 oros, 5 platas, 4 bronces).
Algunas horas después de que Phelps se convirtiera en leyenda al ganar por una uña los 100 metros mariposa y escalara lo más alto del podio por séptima vez en Pekín, Bolt, un jamaiquino de 21 años y mirada displicente, capturó todas las miradas en los 10 segundos (en realidad 9.69) más atrapantes de Los Juegos.
Este "monstruo" del atletismo no sólo se colgó el oro olímpico, clavó un nuevo registro mundial y confirmó que es el más veloz del planeta. También se dio el lujo de llegar a la meta con una suficiencia increíble, opacando y hasta ridiculizando a algunos de sus adversarios. Ellos dos, en El Cubo de Agua y en la pista del Nido de Pájaro, se pusieron a la altura de grandes figuras olímpicas como Jesse Owens (en los Juegos de Berlín ´36, época de nazismo), Nadia Comaneci y el propio Lewis.
Pero lo más grandioso de todo es que su juventud anima a pensar en nuevas proezas. Bolt cumplirá el próximo jueves sólo 22 años, un fiesta que podría ser total ya que en el comienzo de ese día correrá los 200 metros, donde de más está decir que es candidato. Phelps, por su parte, ya piensa en descansar en su cama, pero también en los próximos Mundiales.