Aunque en Neuquén nada sorprende, siempre llamó la atención que un estadio pergeñado para realizar actividades deportivas no estuviese bajo la órbita de autoridades del área y que incluso se le negara a los equipos de elite, como Independiente en el básquet de la Liga A y los Gigantes en la A de voley.
El Ruca Che, aunque el gobierno lo niegue, es una especie de trofeo de guerra. Tener en las manos el "coloso" del oeste neuquino, bien administrado, permitiría manejar fondos fuera de presupuesto e, incluso, poder utilizarlo como elemento de presión y para fines políticos.
Jorge Sobisch, en su primera gestión, inauguró el estadio en 1995. La justificación fue el Preolímpico de Básquet que consagró a Puerto Rico, costó 6 millones de pesos/dólares y la idea fue utilizarlo para eventos deportivos.
En 1998 la administración de Felipe Sapag traspasó en comodato la administración del estadio a la sociedad del Estado Etydense, la actual Ecydense. El Ruca Che, como tantos otros megaproyectos neuquinos, se transformó en un elemento coercitivo y de caprichos personales. Nada de política estructurales.
Entonces comenzaron los desmanejos, o la falta de criterio, todas carencias que corren por los mismos carriles. El Ruca fue escenario de eventos nacionales e internacionales de todo tipo, pero el rock y la política corrieron al deporte. Nunca se le negó el lugar a Los Piojos o a Sobisch para sus actos presidenciales, pero sí a los Gigantes para entrenar, aún estando en semis.
Antes de renunciar al cargo de subsecretario de Deportes, Abel Cabrera y su sucesor Luis Sánchez le dijeron a "Río Negro" que era un despropósito que el Ruca Che estuviese manejado por otro organismo y dieron a entender que iban a salvar "ese error". Cabrera se fue, Sánchez tomó la batuta y consiguió que Jorge Sapag firme el decreto 0795.
"Es deficitario, pero hay que tratar que deje de serlo", afirmó Sánchez del estadio. Los más austeros aseguran que mantenerlo cuesta unos mil pesos diarios; gran pérdida significó tenerlo más de tres meses parado. "Independiente y Gigantes tienen que jugar en el Ruca Che. Pero también hay que coordinar con el deporte comunitario y con Educación", insiste Sánchez.
Ahora habrá que agudizar el oído para verificar que el rebote de los balones es más fuerte que las guitarras eléctricas y las arengas políticas.
SEBASTIÁN BUSADER
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