Cuando en el último invierno Deportivo Roca se marchó a hacer la pretemporada en las arenas del balneario El Cóndor, pensar en un ascenso inmediato al Argentino A estaba más cerca de una fantasía caprichosa que de una posibilidad real.
Es cierto que por primera vez en mucho tiempo se había encarado un proyecto de bases firmes, con un técnico experimentado, jugadores de renombre y sin doble vida, es decir: puramente profesionales y sin otro trabajo-rebusque extra, como era la idea de los mentores de la empresa. Pero la sensibilidad de los que de alguna manera u otra están cerca de los colores del club, estaba demasiado frágil.
Es que en las últimas temporadas en el Argentino B, Roca había sufrido un descenso, volvió a ser invitado y en el último torneo se salvó agónicamente de caer de categoría en la última fecha. Recomponer la confianza era la misión primordial.
El "Depo" logró eso y algo más. El sábado quedó eliminado, pero se dio el lujo de ser el mejor equipo del país en la primera parte del torneo. Comandó la tabla general en las dos ruedas iniciales y la utopía mutó en realidad palpable. A mitad de la fase regular, estaba en su punto futbolístico más alto, y si se hubiera mantenido la estructura de campeonato usada hasta el año pasado (dos torneos de 14 fechas y luego play offs), la historia quizá hubiera sido otra.
Pero para la segunda parte, el 'Depo' comenzó a quedarse sin combustible. Diversos problemas atentaron contra sus chances y aquel entorno favorable comenzó a desmejorar.
A fin de año los dirigentes alertaron sobre la falta de apoyo (y por ende de presupuesto), no se ocuparon las dos plazas de refuerzos que permitía el reglamento en parte por el achique de bolsillo, hubo lesiones clave (Bellegia por ejemplo), partidas inesperadas (Sáez, Maturano, Liguori) y además, falta de respuestas futbolísticas, muy distintas a las de la primera parte. Por todo esto, y algunas cositas más, el sueño quedó trunco.
Los proyectos tienen un principio, pero también un final. El 'Depo' esta vez no lo tuvo, pero recogió una enseñanza: de las batallas perdidas siempre se aprende y las piedras en el camino ya fueron marcadas. Ya llegara su tiempo de revancha.
WÁLTER RODRÍGUEZ
wrodriguez@rionegro