Las últimas presentaciones de los dos equipos de elite de la región, Independiente y Gigantes del Sur, descubrieron algo más que falencias deportivas. El quinteto de Santángelo no perdió la categoría de milagro y la mantuvo con un papelón de por medio. El sexteto de Alejandro Grossi fue vapuleado por Chubut en semis, pero más grave es que jamás consiguió apoyo popular genuino y que su continuidad en la Liga A suena por momentos a un inentendible capricho.
Antes de renunciar al cargo de subsecretario de Deportes neuquino, Abel Cabrera le dijo a "Río Negro" que Gigantes jamás cumplió con el objetivo de fomentar el deporte "en la base". Cabrera, DT de voley, daba a entender que en la próxima temporada la provincia no apoyaría al equipo de Grossi, cuando en el último año había desembolsado 400.000 pesos.
Como en otros sectores, el gobierno entrante también busca diferenciarse del anterior en materia deportiva. Las nuevas autoridades no olvidan que Gigantes fue uno de los tantos proyectos pergeñados por el sobischismo para que la gestión trascienda las fronteras de Neuquén, como también fueron los aportes extraordinarios que recibieron, entre otros, José Meolans y el equipo de tenis de la Copa Davis (desde la estatal Neuquén Tur).
Igual que el mega proyecto de la Ciudad Deportiva, que ya pasó a la historia. Ahora, al parecer la participación de Gigantes dependerá exclusivamente de intenciones privadas.
En el básquet sucede algo similar. Si bien Independiente es un club histórico, conseguir financiación le cuesta tanto o más. El titular "Rojo", Gastón Sobisch, tuvo mejor suerte en este aspecto cuando su padre se sentaba en el sillón de Roca y Rioja. Al margen de los dineros estatales (el presidente jura que fueron sólo para viajes y estadías), los empresarios lo atendían con cortesía y varios no titubeaban en aportar miles de pesos para afrontar la Liga. Pero hoy el gobernador es Jorge Sapag y el puesto de Cabrera es de Luis Sánchez, con el que mantiene una relación fría y distante.
Frente a este panorama, la pregunta es ineludible: ¿Puede la región tener equipos de elite?
SEBASTIÁN BUSADER
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