Hace algunos días la Federación Internacional de Estadísticas e Historia del Fútbol dio a conocer su ranking anual acerca de las ligas más poderosas del mundo, y ubicó a la argentina en el quinto lugar. La conclusión se desprende de los resultados de los clubes en las competencias nacionales, continentales e internacionales. Pero el anuncio sonó demasiado elogioso por aquí al recordar los bochornos del 2007.
El fútbol argentino vivió un año atípico y por demás escabroso. Fue el de la conquista de los débiles (Lanús y Arsenal), un alentador bálsamo, pero también el que consolidó el salvajismo y la industria de la violencia.
Las perspectivas para este 2008 que se abre aún tímido no son alentadoras, aunque la AFA haya anunciado hace unos días el empadronamiento de hinchas que deberán aportar foto, nombre, documento y huellas dactilares para adquirir su ingreso por teléfono o cajero automático y así saber por qué puerta ingresarán. La medida es la tardía reacción a una sentencia de la Corte, que a principios de '07 consideró responsable al organismo que regentea Grondona, y a los clubes, de cualquier hecho violento que se produzca dentro o fuera de los estadios.
¿Por qué habría que soñar con que el empadronamiento será más efectivo que todas las medidas anteriores, desde quita de puntos y prohibición para hinchadas visitantes hasta cámaras de TV y onerosos operativos de seguridad? Inocente aquel que piense que esta tétrica fábrica, alimentada por barras, dirigentes inescrupulosos, políticos y sindicalistas corruptos, detendrá su maquinaria porque sus capataces Di Zeo y los Schlenker están tras las rejas. O que todo se terminará al "controlar" el flagelo de la reventa de entradas.
Lo hizo saber el fallo del juez Luis Rodríguez al procesar a Alan Schlenker, sindicado como el autor ideológico del asesinato de Gonzalo Acro, uno de los 13 barras (de 45) que trabajaba en River y tenía un sueldo que rondaba los 6 mil pesos: "Llamemos las cosas por su nombre: la escalada de violencia tenía como objeto hacerse del botín que la situación les garantizaba. Y ello, a no dudarlo, con el beneplácito de dirigentes que los sostenían y aún quizá lo sigan haciendo. Este es el verdadero problemas que mientras perdure tomará imposible cualquier intento por controlar a los violentos, pues arropándolos como hasta ahora, no hacen más que incubar el huevo de la serpiente que terminará arruinándolos".
Las cuatro cadáveres que enlutaron los días de 2007 del fútbol argentino fueron tales dentro de ese nido de víboras. A Damián Muñoz lo alcanzó la muerte en la tribuna de Independiente de Rivadavia cuando el equipo de sus amores ganaba 7-0. Es decir, la vida no vale, la pasión menos.
La violencia no es producto estrictamente de la irracionalidad, porque aquí la batalla a muerte es por dinero y poder.
Quizá lo que cambió es que muchos jefes de las barras ya no viven en la marginalidad de una villa. Los Schelenker domiciliaban en Las Cañitas y se paseaban en autos importados antes de caer presos. Incluso a uno de ellos se lo vinculó con Moria Casán. Igual que Di Zeo, a quien se lo vio repetidas veces en la arena de Pinamar rodeados de celebridades. Rafa la pasa mal ahora (aunque bienes le sobran), pero dicen que su esposa, Soledad Spinetto, es la secretaria del ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Carlos Stornelli. Ya lo dijo su marido: "Tener poder es tener los teléfonos de quienes lo detentan en serio". El actual jefe de La 12, Mauro Martín, se acercó a declarar a un juzgado por un incidente en Japón (sí, fueron unos 50 Tokio) a bordo de un minicooper. El 'viejo' Santiago Lancry fue detenido en plena balacera por el botín del estacionamiento en La Bombonera, en el recital de Serrat y Sabina. Y el mismo Acro estudió en un colegio privado de barrio Belgrano y planeaba casarse con la prima de la princesa Máxima Zorreguieta.
La historia de Frankestein se cumple al pie de la letra. Se sabe que Aguilar ofrece impunidad les dio impunidad a los Schlenker y a Rousseau para que pongan orden en las tribunas, atiborradas de "chorros y drogones". Nadie olvida las visitas "benéficas" de Di Zeo y sus laderos junto a Medrán, Ibarra y Palermo. El mismo Grondona, investigado por coimas y lavado de dinero en la FIFA, entregaba entradas gratis a los barras en el Mundial y Los Borrachos del Tablón disputaron a balazos y cuchillazos un remanente "germano" de 60 mil pesos.
Salvador Estrada Vigil, uno de los barras 'millos' que fue herido, es hijo de Raúl Estrada Oyuela, representante de Asuntos Ambientales de la Cancillería. En Newell's dicen que el jefe de la barra tiene poder sobre las inferiores y en la vereda de enfrente las "canayadas" son bien similares.
Este demonio de mil cabezas no se compara con el que supo domar el fútbol inglés. Los hoolligans son la versión primaria de los barras criollos. Aquellos no vivían y lucraban del fútbol violento. La mayoría eran tipos comunes que "mutaban" los fines de semana. Su poder de destrucción se terminó con medidas enérgicas y de cumplimiento efectivo (todos sentados, grandes aumentos de entradas). Hoy para la Federación Internacional de Estadísticas, la Premier League es la mejor liga, aunque el costo de las tickets modele un público de elite.
En Argentina, el primer país de Sudamérica que copió el 'hoolliganismo', la situación es dramática. La tajada es grande y para pocos. Más allá del empadronamiento y alguna que otra condena, los barras seguirán haciendo de las suyas. Y el hincha común deberá arriesgarse a alentar desde las tribunas o ver el resumen por tevé.
Michael Platini dio en la tecla: "Hoy fútbol es sinónimo de droga, corrupción y lavado de dinero", dijo. La frase, elocuente, casi mortal, dibuja un callejón sin salida. Al menos por ahora.
SEBASTIÁN BUSADER
