"Creo que Nalbandian dejó pasar un poco la posibilidad de ser número 1...". Era lunes aquel 19 de marzo cuando Roger Federer habló así de David. El mismo día en que el tenista cordobés se caía del Top Ten del ranking ATP y se ubicaba en el 11º lugar.
Siete meses después, aquel tenista que jugaba peligrosamente con el ¿último? tren a la cima desde el puesto 25 le ganaba 1-6, 6-3, 6-3 a su comodísimo habitante en la final del Masters Series de Madrid.
Semana y media más tarde, David le volvió a ganar al de Basilea, ahora por el Masters Series de París, ahora por octavos de final y por 6-4, 7-6 (3).
¿A qué se refería Federer con aquellas palabras? ¿A la inconstancia del cordobés, a cierta falta de rigor en su estado físico, a sus distracciones por fuera del tenis? Quizás a un poco de todo. Pero si algo dejó en claro Nalbandian es que nunca dejarán de convivir en él, el tenista profesional y el hombre al que le gusta disfrutar de
la vida más allá de los courts. Porque es capaz de pasar un fin de semana en Unquillo, su lugar, pasearse por su callecitas serranas como si el mundo no esperara nada de él y al fin de semana siguiente cargarse a Rafael Nadal (2ª), Novak Djokovic (3º) y Roger Federer (1º), como hizo en la Serie Masters de Madrid, en octubre pasado.
Pero las cosas no comenzaron bien. En el primer semestre jugó once torneos y su mejor resultado fue cuartos de final en Barcelona y octavos en Australia Roland Garros."Hubo lesiones al principio de la temporada en Australia, hasta Roland Garros no estuve bien físicamente y no me permitieron entrenarme duro y enfrentarme a los mejores del mundo", explicó David.
El segundo no parecía ser mejor hasta que llegó octubre. Tras la eliminación en la arcilla de París a manos de Nicolai Davydenko, Nalbandian sufrió tres caídas en primera ronda: Halle, Los Angeles y Cincinnati. De Wimbledon y el Abierto de Estados Unidos se despidió en tercera ronda. "Después de Wimbledon empecé a trabajar mejor y en el US Open tuve mala suerte, porque tuve bola de partido contra David Ferrer", se lamentaba.
En julio, y después de 16 meses sin entrenador, Nalbandian decidió volver a tener coach y eligió a Martín Jaite, quien supo desde un principio qué debía mejorar David: la preparación física, el saque y el revés. "Estoy sacando mucho mejor y eso es muy bueno. Ahora juego la mitad de los puntos desde el fondo de la cancha, lo que en el tenis actual, y con buen saque, es una ventaja", reconocía el cordobés.
Entonces llegó octubre, el Masters Series de Madrid y el fin de semana soñado. Pudo haber caído ante Tomas Berdych en segunda ronda y no hubiera desentonado con la temporada. Pero no. Se recuperó de un 4-6 y 0-4 y venció al checo por 4-6 6-4 7-6(2). "Lo levanté. Y ese fue el partido que me cambió todo", confesó David. Luego derrotó a Del Potro 6-2 6-4 y, entre el viernes 19 y el domingo 21, a Nadal, Djokovic y Federer.
Once días después volvió a ganarle a Federer, en octavos del Masters Series de París, y a Nadal, en la final. Por eso, Federer ya no piensa lo mismo que en marzo: "Si quiere, puede ser número 1".