Creer o reventar, la final del MS de Madrid estuvo detenido por la rotura de una manguera de gas. Y los nervios les ganaron a todos.
Gerard Tsobanian, director general del torneo, intentó arreglar las cosas. Manolo Santana, director del certamen, también. Al toque apareció el supervisor general de la ATP, una periodista de la televisión local y un operario que combatía sin éxito con la rebelde manguera.
"¡Aahh!", se sobresaltaba la gente cuando la manguera, que parecía controlada, volvía a lanzar secos rugidos.
Federer, cruzado de brazos en el fondo de la cancha, era la estampa viva del enojo.
Nalbandian, molesto, se acercó a conversar con el juez de silla. La manguera, finalmente, fue neutralizada.
Y le dio "más gas" al argentino, que cerró el partido de manera brillante.