"Ante Venezuela es muy posible que no haya cambios, éste es el equipo que quiero que salga de memoria..." Era sábado. Habían pasado apenas unos minutos del buen triunfo argentino sobre Chile (2-0) y Alfio Basile anticipaba el equipo que jugaría tres días después, en Maracaibo, ante Venezuela: los mismos once del Monumental.
El entrenador albiceleste quedó muy conforme con lo hecho por la formación titular que arrancó las Eliminatorias mundialistas. Su principal apuesta, Juan Román Riquelme, fue el gran acierto de la tarde sabatina; el equipo supo resolver en casa un partido que bien pudo complicarle las cosas y, sobre todo, supo cómo ganar en esa caja de resonancia que suele ser la cancha de River. Pero si el equipo cumplió y no cambiará, algunas individualidades y ciertas sociedades futbolísticas deberán corregir desaciertos que el triunfo ante Chile supo camuflar.
Para tomar nota
Uno de los puntos más flojos fue el bloque defensivo izquierdo que formaron Gabriel Milito y Gabriel Heinze. Ambos futbolistas se mostraron inseguros y desconectados uno del otro, a la hora de marcar en bloque. El ataque chileno tomó nota y buscó por ese sector. Pero el gol de Riquelme hizo trizas el planteo de ofensivo de Marcelo Bielsa.
El otro aspecto es la urgencia de Lionel Messi -y en menor medida de Carlos Tevez- de hacer en noventa minutos con la camiseta de la selección todo lo que hace con la del Barcelona. En su búsqueda de su mejor versión, Messi individualiza en exceso cada jugada y pierde eficacia. El crack del Barça necesita encontrar su lugar futbolístico en la selección. Lo logrará en la medida que levante más su cabeza y busque compañía en el momento preciso. Al fin y al cabo, fue así que se transformó en el gran jugador que es.
