Todo pintaba para que Néstor Quintana diera otro paso hacia el título.Un toque con Pablo Saladino lo complicó. Y vaya que lo aprovechó Daniel Battistuzzi, quien tuvo su revancha en el autódromo roquense y recuperó el liderazgo en el TC Neuquino, que ayer cumplió la séptima fecha.
Hubo golpes varios en la pista y mucha polémica, algo bastante común cada vez que la categoría comienza a transitar la etapa de definiciones.
Quintana, ganador de la serie más veloz, tenía todo servido para llevarse un triunfo que lo acercara un poco más a su objetivo de lograr el título.
El único que podía hacerle sombra era Saladino, quien se llevó la primera serie.
Los otros candidatos al título, por caso Battistuzzi; Alejandro Lanigau; Juan M. Bigolín; Juan D. Lescano; Nicolás Cáceres, y Mario A. Villanueva, complicados.
Quintana movió primero y Saladino se le pegó atrás. El resto se acomodó como pudo, hasta que explotó el motor del Ford Falcon de Lanigau, parte de los mixtos se baño de aceite y apareció el auto de seguridad.
En la reanudación, Saladino lo fue a buscar a Quintana, quien lejos de especular se aferró a la primera posición.
Llegaron una vez más a la zona de la horquilla y Saladino mandó su Chevrolet por adentro. La próxima curva lo iba a encontrar por afuera si Quintana no levantaba. Y el hasta entonces líder del certamen no cedió un centímetro. Toque y los dos a la tierra, esquivados de casualidad por el resto.
Cuando se acomodaron, Battistuzzi se encontró adelante. Más atrás Villanueva, Luis Diez; Juan M. Trasarti; Emilio Echavarri; Lescano, en notable recuperación, y Cáceres, después penalizado por un toque a Jorge Hernalz.
Otra vez la horquilla fue escenario de una maniobra polémica. Diez tocó de atrás a Villanueva, quien desapareció de la pista. Por esa maniobra, el "Queso" fue penalizado.
Las vueltas finales lo encontraron a Battistuzzi aguantando a Diez, mientras que Trasarti y Villanueva se venían para adelante, pero apareció otra vez del auto de seguridad.
¿Qué pasó? Quedaron mal ubicados los autos de Lescano y Bigolín. No había tiempo para más. Battistuzzi festejó una victoria que no estaba en los papeles; Quintana quedó masticando bronca, y el certamen más caliente que nunca.