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Lunes 10 de Septiembre de 2007
 
 
 
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  TENIS
  IMAPARABLE

Roger Federer tuvo que sudar mucho para vencer a Djokovic y lograr el "tetra" al hilo en el US Open. Ya suma una docena de Gran Slam. El serbio hizo un buen papel.

 
 

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Nueva York posiblemente presenció el partido que provocará un quiebre. Acostumbrados a la polarización construida por Roger Federer y Rafael Nadal, ayer los amantes del tenis presenciaron el crecimiento de un serbio de nombre Novak Djokovic que, aunque finalmente fue presa del suizo, se convirtió en algo de aire fresco ante tanto 'tedio'.

El magnífico Federer, talentoso y sosegado, pensante y refinado, invencible por donde se lo mire, se llevó por cuarta vez consecutiva el US Open, última Grand Slam '07, y se metió por la puerta mayor en la galería de tetracampeones del torneo, que compartirá con Richard Sears (1881-87), William Larned (1907-11) y Bill Tilden (1920-1925). Esta final fue la décima al hilo que juega, desde Wimbledon 2005, llegó a la docena de 'Grandes' ganados y está a dos del record máximo que ostenta Peter Sampras.

Pero quizá más importante que la noticia de un nuevo triunfo del número 1, sea que este serbio de 20 años fue por momentos la horma de sus zapatos (ya lo había vencido en el Masters de Montreal). La batalla brindada en Flushing Meadows podría ser en el punto de inflexión para que las citas importantes del tenis dejen de tener un ganador anticipado.

Es casi seguro que el próximo monarca aparecerá sólo si el actual se retira. Ante este panorama, la aparición de Djokovic es una bendición. La comunidad tenística, por un lado, venera al 'Dios Federer' por su muñeca prodigiosa y su caballerosa personalidad; pero a la vez necesita de alguien que lo ponga en aprietos.

Fue un partido maravilloso, cambiante, con varios quiebres y repleto de emociones. Federer se llevó el juego en tres sets (7-6(4), 7-6(2) y 6-4) por su temple de acero, elegancia y eficacia. El serbio estuvo arriba en los momentos determinantes, pero fue superado en lo anímico. Porque en el primer parcial llegaron 5-5 y el serbio logró el primer quiebre de esta batalla, pero más tarde se topó con la irrefutable realidad: Federer es imbatible en todos los aspectos. Así se llegó al 6-6, y el 7-6 para el suizo fue ineludible.

Djokovic no se amilanó y siguió pegando duro y profundo, y llegó a estar 4-1 arriba. Allí gritó para desahogarse. Pero Federer, enemigo de las sorpresas, le arrebató el saque en el séptimo game y la lucha volvió a estar igualada, y las cosas quedaron en su lugar en el tie break. El tercer set fue igualmente peleado, pero el veredicto había sido dictado. Después vino el festejo medido de Federer y el agradecimiento para ambos del pueblo tenístico.

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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