Los números a veces mienten, aunque en el caso de Argentina reflejan bastante bien su actuación en los Panamericanos: el deporte del que es uno de los diez países más grandes del mundo tiene serios problemas.
¿Qué indican los números? Que, en términos de títulos, los de Río 2007 fueron los peores Juegos de los argentinos desde La Habana 91 (11 oros) y los segundos más pobres desde Caracas 83, cuando se ganaron apenas dos oros.
Esta vez fueron 11, una cifra que tras Caracas siempre había sido superada o igualada, con los 40 en Mar del Plata 95, 25 en Winnipeg y 16 en Santo Domingo. Es cierto que en Mardel pesó la localía, por lo que la comparación es más real si se la establece con los dos anteriores. Argentina terminó séptima en Río 2007 tras haber sido cuarta en Mar del Plata, quinta en Winnipeg y séptima en Santo Domingo.
Todo indica que mientras países como Brasil, México, Colombia, Venezuela y Chile trabajaban e invertían en el deporte, en Argentina no sucedió lo mismo. Brasil acumuló 53 oros y cerró los Juegos en el tercer puesto, México 18, Colombia 14, Venezuela 10 y Chile y Dominicana seis.
Pero más allá de cifras es el análisis cualitativo de las medallas el que revela la debilidad de las estructuras deportivas en Argentina: con la excepción de Germán Chiaraviglio, no hay figuras en el atletismo. Lo mismo sucede en la natación si se quita a José Meolans y Georgina Bardach.
Atletismo y natación son los dos deportes base, las disciplinas más valoradas de los Juegos Olímpicos, en los que no es lo mismo el oro del voleibol playa que el de los relevos 4x100.
Por eso los oros en ciclismo BMX, hockey sobre césped, patinaje artístico, tiro o dobles de tenis deben ser tomados con prudencia. No tienen la misma entidad que los dos del remo, el de karate, yudo o ciclismo en pista.
¿Atletismo? Tres bronces. ¿Natación? Una plata y un bronce. Y no estaban ni por asomo los mejores del mundo, lo que da una pauta de los desequilibrios del deporte argentino, monopolizado por el fútbol y la pasión por el tenis y los autos, así como marcado por la curiosa sobreexposición de disciplinas como el hockey sobre césped o el rugby.
Con equipos diezmados o inexpertos, el básquet, el fútbol y el voleibol fracasaron en Río. Es tiempo de cambios. (DPA)