Argentina logró su sexto título mundial sub-20, en un torneo en el que se impuso la lógica y ganó el mejor equipo. Los albicelestes, cuyos jugadores tenían una experiencia en primera división y en partidos internacionales y contaban con una delantera valorada en 50 millones de dólares (Sergio Agüero y Mauro Zárate), fueron muy superiores al resto de los equipos.
Argentina marcó más goles que nadie (16) y fue el que menos recibió (dos), con un arquero Sergio Romero, que ya había sido comprado antes del Mundial por el AZ Alkmaar de Holanda.
Los albicelestes demostraron que se puede ganar jugando al fútbol y no dependiendo de jugadas aisladas, al contragolpe o con acciones a balón parado. Pero además de jugar al ataque, eran seguros en defensa y fue muy difícil sorprenderlos atrás. Contra México y Chile, en cuartos de final, marcaron y luego impusieron el ritmo del partido. El pequeño armador Moralez, con la ayuda de Banega, distribuía el balón por el piso y anotaba él o daba centros de oro a los delanteros.
"Hemos sido siempre fieles a nuestro estilo, de jugar y tener el balón. Hemos jugado a nuestra manera y la gente argentina tiene que estar satisfecha con nuestra forma de jugar", afirmó el técnico Hugo Tocalli antes de la final.
Tocalli, que había ganado tres títulos como segundo de José Pekerman, logró su primer trofeo como máximo responsable del equipo. Argentina se llevó su sexto título. Fue demasiado superior al resto y se impuso la lógica en un torneo que los albicelestes pueden ganar muchas veces más.