Ante una multitud y con el oficio de campeón, Matías Rossi ganó ayer de punta a punta en el circuito callejero de Santa Fe la octava fecha del certamen argentino de TC 2000, que fue una verdadera fiesta del automovilismo.
Rossi aprovechó todas las oportunidades que se presentaron. Se adueñó de la prueba y pasó a liderar el certamen, con 23 puntos de ventaja en relación con su compañero en el equipo Chevrolet, Christian Ledesma, quien abandonó.
Las alternativas se presentaron desde antes que comenzara la prueba. Emiliano Spataro no pudo defender la "pole" debido a un fuerte golpe que sufrió en tanques llenos y Rossi quedó sin escollos adelante.
No hubo que esperar demasiado para que las incidencias sucedieran y en la primera curva Marcelo Bugliotti tocó a su compañero de equipo Ledesma, quien a su vez se enganchó con "Cacá" Bueno.
El brasileño terminó cruzado contra el paredón y generó un embotellamiento del que sólo pudieron escapar Rossi, Guillermo Ortelli, Martín Basso y el propio Bugliotti.
La bandera roja apareció de inmediato y la prueba quedó suspendida y con varios autos rotos.
Por esta maniobra, Bugliotti fue excluido por los comisarios deportivos, si bien lo dejaron participar en la segunda largada.
La nueva partida tuvo a Rossi nuevamente adelante y después del abandono de Ortelli y Ledesma, quien había largado desde boxes, en la quinta vuelta, el campeón debió soportar los embates de Basso, quien buscaba repetir el triunfo del año anterior.
Pero el piloto de Chevrolet tuvo la prueba siempre bajo control y regulando diferencias se impuso sin problemas sobre Basso y "Cacá" Bueno, quien se acomodó tercero.
Detrás de estos se armó un interesante grupo integrado por Bugliotti, Gabriel Ponce de León, Juan M. Silva y Norberto Fontana, quienes brindaron el gran espectáculo para las miles de personas que vibraban detrás del alambrado.
Fontana, con un auto recuperado de la piña sabatina, superó a Silva y arribó quinto.
Una prueba vibrante partiendo de la premisa que los autos transitan a centímetros de las paredes, con un marco imponente de público y el estilo sin igual que los pilotos de TC 2000 le imprimen en esta cita especial que propone el calendario.
Una vez más la misión fue cumplida y Santa Fe vivió una gran fiesta con una prueba que apunta para convertirse en un clásico.