"(Gustavo) Marín se fue porque hubo funcionarios del gobierno provincial que le prometieron obras y no cumplieron. Entonces, se cansó de esperar y de tirar plata en un saco roto, y dio un portazo".
La voz es reveladora. Los magros resultados deportivos no fueron el detonante que hizo explotar la relación entre el empresario de la construcción y Centenario. Tampoco el desinterés de los hinchas. Menos algún enfrentamiento con la dirigencia. Marín decidió terminar con el vínculo cuando entendió que "le vendieron gato por libre", graficó una calificada fuente. En el fondo, no fue el fútbol lo que hizo que posara sus ojos en Neuquén, si no la idea de ingresar en el lote de compañías que se disputan la generosa obra pública provincial.
Las expectativas de Marín fueron alimentadas por un funcionario que si bien opera en la segunda línea del gobierno sobischista, posee poder real en Centenario e influencia sobre el mandatario. El compromiso de este ex integrante de la lista Verde del MPN, que mencionaron tres fuentes del club, fue que "la constructora de Marín se adjudicaría algunas obras" y que, "como devolución de favor", parte de las ganancias las destinaría al fútbol de la Colonia.
Los dirigentes de Centenario se enteraron de que el gerenciamiento haría las valijas el viernes 15, justo cuando "Marín Construcciones" se topó con otra mala noticia: en la apertura de sobres para la construcción del hospital de Villa La Angostura su oferta (14.909.145,15 pesos) no fue la más cercana al presupuesto oficial (12.603.944), como esperaba. La UTE AP Construcciones-Julio César Maiolo ofertó 14.804.324,81 pesos y cuatro días más tarde se quedó con la preadjudicación.
Ello colmó la paciencia de Marín. El cachetazo anterior se dio cuando no logró compulsar en la licitación por la construcción del autódromo de Centenario, otra de las obras que lo desvelaban y que, al menos en la primera etapa, estará a cargo de Servipet SA (10.957.751 pesos).
Hubo otro hecho que incrementó su hartazgo: unos días antes de las elecciones a gobernador, el funcionario en cuestión le vendió cuatro invitaciones a Marín para una cena que se realizó en un boliche bailable de la avenida Olascoaga. El objetivo del ágape se cumplió, y la campaña de Jorge Sapag tuvo una fuerte inyección de dinero. Marín colaboró con 4 mil pesos, pero su ayuda no sirvió como esperaba. "Eso lo cansó, se sintió otra vez estafado, no sé si alcanzó a comer una empanada", graficó.
Desde ese momento todo cambió. incluso se produjeron atrasos en el pago de sueldos en Centenario, algo que nunca había pasado. La respuesta a todas las 'frustraciones' de Marín la aporta una voz de la UOCRA. "En
Neuquén, las obras provinciales las manejan cuatro o cinco grandes empresas. Ellas deciden quién y de qué forma puede participar en una licitación. Aquí los negocios se cierran para unos pocos".
La primera experiencia de Marín en el fútbol fue este frustrado gerenciamiento. Sí estuvo cerca del mundo de la pelota porque una UTE en la que su empresa tuvo protagonismo se hizo cargo de las dos últimas etapas del Estadio Unico de La Plata, obra que en sus inicios generó un escándalo mayúsculo.
Fana de Estudiantes, su nexo con Neuquén fue Oscar Cravioto. El ex jugador, casi sin frecuentarlo, lo entusiasmó de tal forma con la idea de invertir en Centenario que el empresario no titubeó. Quienes lo conocen
no dudan en afirmar que en realidad "lo que vio fue un gobierno con mucho dinero, y una intensa obra pública". Luego se topó con el funcionario sobischista, desembolsó alrededor de 500 mil pesos sin recuperar casi nada, se fue al descenso... Y todo lo demás.
SEBASTIáN BUSADER
