El golf mundial a sus pies. La pícara sonrisa de Angel Cabrera cuando levantó el trofeo del US Open es un guiño que pocos esperaban en un deporte donde hacía rato que Argentina no alcanzaba los objetivos.
Los 40 años que pasaron desde el logro de Roberto De Vicenzo, en el Abierto Británico, es la mejor muestra de que lo visto en el Oakmont Country Club de Pennsylvania, es único.
Es el segundo Major para un argentino, el primer Latinoamericano que gana un "grande" en los Estados Unidos y, además, con un golpe de ventaja sobre el número "1" del mundo: Tiger Woods.
Pero la cosa no fue sencilla, porque hasta el último golpe del "tigre" no se supo si habría desempate. Cabrera se fue el Club House con el +5 y a esperar que termine el resto.
Jim Furyk venía +6 y no pudo hacer birdie en los dos últimos hoyos y el otro era Woods, también +6, pero con tres por jugar. Tampoco acertó y allí sí respiró tranquilo el cordobés.
Cabrera, nacido en Villa Allende, arrancó la vuelta final a cuatro impactos del líder Aaron Baddeley -largó +2 y al final terminó +11, lo que demuestra lo complicado del recorrido- y culminó con un notable 69 (uno menos), para vencer por segunda vez al difícil trazado estadounidense. El total fue de 285 (69-71-76-69).
El cordobés hizo birdies en los hoyos 4, 5, 8, 11 y 15; mientras que anotó bogeys en el 6, 9, 16 y 17. Más allá de este recuento, pegó muy bien durante toda la jornada, estuvo acertado en las aproximaciones al green y falló por poco varios putters para bajar el par.
Detrás quedaron con 286, Furyk y Woods; Niclas Fasth, con 287; y David Toms y Bubba Watson, con 289.
Tiempo atrás, Cabrera amenazó en Augusta y en el Abierto Británico, esta vez por fin levantó vuelo.