Pocos lo recuerdan, pero el título de San Lorenzo comenzó a gestarse en una céntrica oficina, dos meses antes del debut en el torneo. El punto de partida se produjo en una calurosa noche de diciembre, en la sede de Avenida de Mayo 1373.
En ese arduo y decisivo debate, tenaces dirigentes oficialistas y opositores- lograron convencer a un desconfiado y dubitativo Rafael Savino de que Ramón Díaz era la mejor opción para el difícil momento que atravesaba el equipo.
El presidente azulgrana trató hasta las últimas consecuencias de imponer a su preferido, Leonardo Astrada, aunque al final no encontró quórum y debió ceder.
Sus pares estaban firmes con el riojano y hasta fueron capaces de soportar una supuesta amenaza de renuncia del mandamás, quien deseaba alguien con bajo perfil. Aquellos ignotos pero audaces directivos entendían que, tras años de penosa intrascendencia, el club necesitaba un golpe de efecto que le permitiese retornar a los primeros planos.
Y ayer, con el 4-2 sobre Arsenal, el "Santo" se coronó en el Clausura y alcanzó su décimo título en el profesionalismo.
Después de un primer tiempo con altibajos, el equipo de Ramón sacó a relucir su hambre de gloria y en cinco minutos liquidó el pleito con dos goles de Gastón Fernández. En el primer tiempo, Cristian Tula y Ezequiel Lavezzi habían puesto rápidamente en ventaja al elenco azulgrana, pero Mauro Obolo, en dos ocasiones, le había puesto emoción al encuentro y al desenlace de la competencia.
Ramón, quien le cambió la mentalidad a este plantel y fue uno de los principales artífices de este nuevo logro azulgrana, arengó a sus futbolistas en el entretiempo y logró que cambiaran la historia en la segunda parte.
En el principio del segundo tiempo el Ciclón dio muestras de autoridad. A los 45 segundos la "Gata" Fernández recibió un centro de Osmar Ferreyra y puso el 3-2. Y 5 más tarde, el ex River volvió a hacerse presente, esa vez de tiro penal, después de que Sekagya le cometiera una torpe infracción a Lavezzi.
Después sólo hubo que esperar a que Favale determinara el final. Ramón Díaz, el gran hacedor de este equipo, fue rotando a sus figuras para que recibieran la merecida ovación. Hasta que llegó el instante de gloria en el que el plantel azulgrana y el cuerpo técnico se aunaron en un abrazo imaginario con esa multitud que se dio cita en el Bajo Flores y que logró festejar tras seis años se ansiedad.