MAR DEL PLATA (Joaquín Peralta-Enviado especial).- Cipolletti regaló un tiempo ante Alvarado y llamativamente fue ineficaz en ataque. Así y todo, el empate en el partido de ida dejó lecturas positivas más allá del resultado: es un equipo que se da cuenta de sus errores en medio del partido y puede corregirlos y cuando no logra hacerlo, posee individualidades y recambio en todos los puestos. Por eso el sueño del ascenso sigue intacto.
El domingo falló en algunos momentos, y cuando el rival lo tuvo a mal traer aparecieron dos sostenes de la columna vertebral: Pablo Pérez (estuvo en duda hasta minutos antes del partido por un fuerte dolor en la pierna derecha) que ganó de arriba y de abajo; y Raúl Ruiz, una muralla infranqueable.
El resto estuvo un escalón abajo, pero con algunos destellos individuales (Prieto ingresó y desarmó a la defensa local) estuvo a punto de ganarlo. Si bien Alvarado jugó mejor en el primer tiempo, dio la sensación de ser un equipo 'incompleto', porque en los últimos 15-20 minutos, cuando tuvo que salir a buscar el partido, falló siempre: desperdició cinco tiros de esquinas, cuatro tiro libres al borde del área que se salieron de la cancha y erró pases cortos.
En fútbol cada partido es una historia distinta, y jugar mejor no siempre asegura el triunfo deseado.
Igual, Domingo Perilli sabe que el objetivo está al alcance de la mano. Tiene un equipo sólido, que puede mutar en medio de los partidos, con mucho recambio y con una meta bien clara.