Cada edición se vive de una manera diferente. Así lo expresan cada uno de los protagonistas. La que culminó ayer quedará en la historia, por muchos motivos.
La dupla Pinta-Mozzicafreddo no tiene rivales de peso, es una prueba con futuro porque hubo 21 botes juniors en el punto de partida, el "Negro" Linares llegó al octavo triunfo en serie y participaron veinte mujeres.
Entre ellas Ana Navarro y María de los Angeles González, quienes se dieron el gusto de reencontrarse arriba del bote veinte años después de sus primeras participaciones.
"Lo vivimos con mucha intensidad en cada una de las paladas, con María Gabriela Cassano en cada palada con nosotras" aseguró Navarro.
Agregó que "lo pude hacer con mi hermana de toda la vida (por González), no sólo el esfuerzo durante la competencia, sino todo el folklore previo y todo lo que se vive arriba del bote. Es algo inigualable".
Dijo que "el río me permitió, por décimo segunda vez cumplir la totalidad de la regata" y destacó que "el resultado deportivo es anecdótico, pero nos dimos el lujo de ganar una etapa (la segunda) y siempre estuvimos en la pelea por los puestos de adelante".
Para González llegar a Viedma "significó poder compartir en el río con mi hermana por elección. Esta fue especial, dejamos todo arriba del bote que es nuestra forma de disfrutarlo".
Además se pudo sacar de encima la frustración del pasado año cuando quedó al margen en la primera etapa con Valeria Cilleruelo por la rotura de la embarcación. "Tuvimos nuestra revancha, por eso nos abrazamos con Valeria, porque para nosotros fue como un triunfo, pudimos más que el río".