Sin ideas, confundido en todo momento, sus jugadores con los músculos atornillados por los nervios. Boca regaló el título que tenía al alcance de su mano, al perder frente a Lanús por 2-1.

Ahora el Apertura se resolverá el miércoles en una final frente a Estudiantes, en cancha de Racing, y está claro que el "xeneize" llega muy herido.

El "granate" no hizo más que presentar un equipo ordenado y sereno, que aprovechó lo que se le ofrecía para lograr la victoria y enmudecer a la multitud que había poblado La Bombonera.

A Boca se le simplificó el trámite en la primera mitad gracias a un insólito penal cometido por Pelletieri, que metió la mano. Palermo puso el 1-0, que le dio tranquilidad al local.

De todos modos, el equipo de La Volpe estuvo muy acelerado, sin pausa y con poca presencia de sus delanteros.

Lanús, con menos compromiso, tuvo dificultades para recuperar la pelota, pero comenzó a crear problemas sobre el sector de Ibarra, donde convergían Leto, Archubi y, algunas veces, Velázquez.

Por eso estuvo cerca del empate a los 34, a través de Leto, quien sacó un zurdazo cruzado que rechazó al corner Bobadilla. Y en el final, la visita obtuvo la igualdad: Leto cambió de izquierda a derecha para Acosta, quien ganó en velocidad, llegó hasta el fondo y sacó un centro perfecto para el frentazo de Graf, que dejó sin chances a Bobadilla.

Boca salió a imponer el ritmo en el segundo tiempo. Tuvo buenas oportunidades en el comienzo, como un derechazo alto de Palacio y un desesperado despeje de Hoyos en la línea.

Pero la primera vez que Lanús pudo organizar una réplica se puso en ventaja. Fue a los 12 en una jugada que encontró totalmente abierta a la retaguardia local. Archubi adelantó la pelota pero tuvo la suerte que la recibiera Leto, quien se la devolvió muy bien, para que, segundos después, ingresando de derecha hacia el medio, sacara un zurdazo bien colocado, bajo, al palo derecho, que venció a Bobadilla.

Si hasta entonces Boca estaba desordenado, desde ese momento fue un caos. Con jugadores como Fernando Gago que trasladaban la pelota sin saber que hacer con ella o como el ingresado Andrés Franzoia, quien permanentemente intentó pasar por donde no se podía.

Lanús se replegó y esperó que los intentos adversarios fueran a morir invariablemente en el embudo del medio.

El partido murió en medio del silencio de la gente que había ido a festejar, con un equipo que fue un verdadero desastre. Todavía tiene una oportunidad, pero a tan sólo dos días de definir su suerte en un torneo que tenía servido en bandeja, el panorama no es de los más alentadores.