Fueron, sin lugar a dudas, los dos jugadores símbolos. Marat Safin y David Nalbandian se convirtieron en las visagras de la maravillosa final que quedó en manos de Rusia. Paradójicamente, se enfrentaron durante el primer día (en el segundo punto) y terminó en paliza del argentino, que enmudeció a todo Moscú con un contundente triple 6-4. Lo que para todos sería una inyección anímica para la delegación argentina, terminó engrandeciendo más al 'lungo' ruso. Safin, aún sin estar en los papeles de la mayoría, pidió jugar el dobles del sábado, paseó su inacabable talento (junto a Dmitry Tursunov) y colocó la serie 2-1. Un golpe tremendo para el equipo de Mancini. Muchos de los 'estadistas' de este deporte auguraron un 'fácil' triunfo ruso. Claro, esos pronósticos se desvanecieron con los primeros raquetazos de David, que bajó a Davydenko y le dio la posibilidad a Marat Safin (y a 'Chucho' Acasuso) de agigantar más si figura de héroe y gladiador en la dura y fría capital rusa. Un Nalbandian que sumó 12º triunfo en singles coperos, terreno en el que perdió sólo dos veces (una de ellas ante Safin, en semis de 2002). Un Nalbandian que emerge imbatible cada vez que sale en soledad a batallar en la Davis. Y que al margen del sábado, en dobles ostenta un record nada despreciable de 8-2. Safin, acorde a lo previsto, derrotó, pero con mucho esfuerzo, a Acasuso. Desde 2000, el ruso sufrió graves lesiones y se operó la muñeca izquierda, el hombro derecho y la rodilla izquierda, volvió una y otra vez, y después de retroceder al puesto 104 del mundo en agosto último, tuvo un gran sprint en el final de la temporada y ascendió al vigésimo sexto lugar. Toda la personalidad que tuvo para afrontar esos vaivenes, la mostró para no dejarse caer cuando perdió el segundo set, y con el triunfo en un puño, su público se lo agradeció llevándolo en andas. |