A esta altura, el andar de Roger Federer por el tenis mundial supera todos los elogios y adjetivos, se mete en el terreno de las utopías y ya tomó color de leyenda. Como era de esperar (sólo los más ingenuos creían lo contrario) ayer se quedó con el Masters de Shanghai casi sin despeinarse (su víctima fue el norteamericano James Blake, por 6-0, 6-3 y 6-4) y extendió sus números hasta el límite de lo impensado: sumó la victoria número 92 en la temporada, el título 12 (tres Grand Slam) de los 45 de su carrera, y estiró su racha de partidos ganados al hilo hasta 29. Un verdadero 'monstruo' este Federer, un jovencito de 25 años con semblante de veterano. Siempre que alguien hable (escuche o lea) algo de él en términos estadísticos, se verá preso en una cárcel de asombro. Experiméntelo por sí mismo: de acuerdo a los cálculos de la ATP, aunque el suizo no participe en ningún torneo hasta el próximo 26 de febrero tiene suficientes puntos para ser número uno, al menos hasta esa fecha. De esta forma, su figura se tornará inalcanzable. ¿Por qué? Porque ese día superará las 160 semanas de forma continua como número uno, marca que posee el estadounidense Jimmy Connors. Es decir, ya es el mejor de la historia. ¿Quiere más? Mañana el "Expreso Suizo" reeditará su eterno duelo con Rafael Nadal, a quien venció en semis de Shanghai, y quien reconoció que Federer es el mejor tenista de todos los tiempos. Si bien este choque será una exhibición en Seúl, posiblemente el "1" lo juegue con pie firme, sabiendo que de los cinco partidos que perdió en este 2006 (sí, apenas cinco) cuatro se los ganó el español, al que venció en los últimos dos: la final de Wimbledon y la cita de "maestros", que ganó por tercera vez de las cuatro finales jugadas en forma consecutiva. Para que se siga asombrando: en esta temporada, y sólo dentro de los límites de una cancha, el suizo embolsó más de ocho millones de euros (otro record histórico), paquete que incrementará un poco en Seúl. Cuando termine el "peloteo" con el mallorquín, se tomará unas merecidas vacaciones. Todo llama la atención en este muchacho que parece no serlo. El tenis que desprende su raqueta, la insaciable talento, la sed de victoria, la cuenta bancaria, el rostro inmutable, las palabras siempre medidas... Un Federer que es hasta aburrido, de esos personajes que aparecen en la historia como nacidos para contrarrestar las leyes (y los imperativos) del mercado. Un tipo que dice cosas como estas: "Me reí un momento por lo bien que estaba jugando", reconoció tras aplastar a Blake por 6-0, 6-3 y 6-4. "Tuve el control del partido siempre. Todo lo que quería hacer funcionó. Llegué a un punto en el que me siento muy feliz con mi juego, ha sido un largo camino, así que no tengo palabras para describir mi actuación", señaló. Federer sólo necesitó de una hora y 38 minutos para destrozar a la revelación de Shanghai, que hoy es el número 4 del planeta. Además, se sacó la espina de la derrota de hace un año en la final con el argentino David Nalbandian y sumó su tercer torneo de Maestros. Blake fue testigo privilegiado de la mágica puesta en escena del suizo. Después del juego, se rindió a los pies del rey. "Roger es el mejor de los mejores, no sólo esta semana sino en la historia del juego. Es un honor ser uno de sus colegas. Es genial verle jugar", alabó. También confesó que "no había mucho que hacer, jugó demasiado bien" porque el suizo "simplemente increíble e incluso en las finales eleva su nivel". Blake habla del "maestro", de la utopía que se vistió de hombre para hacer de la historia del tenis mundial simplemente su historia. En Shanghai, Federer derrotó a Blake y cerró un 2006 perfecto. Sin jugar superará la marca histórica de Connors, de 160 semanas como el "1". Sus números son casi utópicos. |