Los malos augurios quedaron enterrados. La 'Visera' vivió una verdadera fiesta del fútbol, que terminó degustando Cipolletti como la mejor champaña. Alrededor de cinco mil personas coparon un estadio que no se veía tan bien "vestido" hace años. El clásico en su esplendor, lejos de la violencia, cerca de las épocas doradas. Parecía un partido de Nacional B por el marco, pero dos categorías más abajo. Los dirigentes 'albinegros' no entraban en razón. Es que media hora antes del pitazo inicial, una marea de personas cayó sobre la calle O'Higgins. Un hormiguero humano que le dibujó una eterna sonrisa a los que comandan Cipolletti. El operativo de seguridad (con más de 100 efectivos) funcionó a la perfección, y los hinchas se insultaron, es cierto, pero siempre vallas, policías y feroces perros de por medio. Para dejar en claro la consigna, una bandera albinegra con la inscripción "No más violencia" precedió el ingreso de los protagonistas. Cientos de folletos con similar leyenda giraban de mano en mano y completaban la escena Julio Arriaga y Pablo Verani, sentados 'pegaditos' en el palco oficial. Color no faltó, ni de un lado ni del otro. Medio millar de hinchas 'naranjas' hizo el aguante en forma estoica, hasta que cayó el tercer gol y sus bocas se sellaron. Ya era demasiado. El duelo de hinchadas, siempre con cánticos y cargadas, jamás desde la violencia, rememoró las mejores épocas del fútbol regional. |