| Este Boca de Basile no juega como nadie,y lo hace mejor que todos. El único puntero está un par de escalones arriba de todos los demás. Y ayer por la tarde, en el Nuevo Gasómetro, frente al clásico rival que generalmente lo hace morder el polvo, lo dejó más que en evidencia. Así sumó la décima victoria al hilo y avergonzó a un San Lorenzo al que le costará olvidar tamaña caída. Boca no jugó para hacer siete goles. Pero dejó destrozado a su rival y metió esta tarde en las mejores páginas de su historia. Es que no sólo lo derrotó en su cancha por 7 a 1, nada menos, sino que lo hizo con una jerarquía y una contundencia pasmosa. Este Boca asusta, es temerario por donde se lo mire, golpea en los momentos justos, es un verdugo implacable. El equipo del "Coco" es 'no codificable' para sus rivales, al punto que puede verse en aprietos, como lo estuvo en parte del primer tiempo, pero en un abrir y cerrar de ojos se encuentra 3 a 0 arriba. Este Boca no tiene "fantásticos" en lo individual, pero es fantástico en lo colectivo. Ráfagas goleadoras de este tipo no son fortuitas en conjuntos como Boca. Tienen que ver con la forma de ver y sentir el fútbol, con una filosofía de juego y la capacidad de hacer todo lo más sencillo y efectivo posible. El bicampeón basa su fortaleza infranqueable en una defensa que nunca pasa sofocones, que se siente a gusto con cualquier sistema y que, básicamente, lo difícil lo hace un trámite. Entonces, es casi imposible que jugadores como Gago y Neri Cardozo, e incluso por momentos Ledesma y Marino, no sobresalgan. Sería casi un despropósito que no lo hiciesen. Y es ahí, en esa fortaleza defensiva que tanto le cuesta encontrar a los demás, donde halla su fuente luminaria, sus virtudes y todo lo bello que demostró en el final del partido (con los 'oles' descendiendo a raudales). Boca no juega como nadie, porque nadie tiene la efectividad que atesora Boca. Es grato ver que el fútbol argentino haya parido un equipo como el de Basile, con la solvencia, la prestancia y la suficiencia que tiene para ganar cuando se le da la gana. Es más, casi se asemeja al mejor Boca de Carlos Bianchi. En el inicio no había tenido ninguna situación de riesgo cuando San Lorenzo ya contaba tres claras, pero apareció Palacio, eludió a Saja y convirtió. Ruggeri aún se lamentaba y Palermo colocó el 2-0. Algo que volvió a repetir a los 32 minutos. Una sorpresiva paliza que se tornó en baile en el complemento y que agigantó la imagen de un Boca sin grandes figuras, que juega de memoria, despacha a sus rivales sin despeinarse y se encamina a un tricampeonato con o sin Basile. Un Boca enorme, temerario y con postura imbatible. | 
