"Será como pelear en mi casa, porque yo hace cinco años que estoy trabajando en Córdoba a las órdenes de Carlos Tello, y ya me siento un cordobés más". Omar Narváez entendió el concepto, y se metió a la gente en el bolsillo. Al menos 9 mil personas, sí, 9 mil personas, colmaron el estadio Orfeo Superdomo para disfrutar de una nueva exposición de lucidez a cargo del chubutense. Su víctima: un filipino bautizado Rexon Flores que nunca antes había boxeado lejos de su isla. Narváez fue el único que estuvo sobre el ring, y por eso le costó poco y nada retener el título de los moscas de la Organización Mundial del Boxeo (OMB), el mismo que obtuvo en el Luna Park el 13 de julio de 2002, ante Adonis Rivas, y que podría unificar (el 2 de diciembre) ante el campeón de la FIB, el armenio Vic Darchinyan. Si bien el combate fue bastante deslucido, Narváez mantuvo su invicto y sumó la octava defensa porque tomó la iniciativa, atacó y erosionó a un rival que sólo un puñado de veces se le plantó de igual a igual. Clara evidencia de por qué le sacó la diferencia que le sacó a la hora de las tarjetas: Omar Quijada (Panamá) falló 119-109; Alejandro López Cid (México) 120-108; y Daniel Fucs (Brasil) 119-109. De esta forma, ayer a la madrugada el argentino llegó a un record de 22 victorias, 15 de ellas antes del límite (más dos empates) y le dio una gran alegría a miles de cordobeses un día antes que se cumplan 30 años del retiro de una leyenda viviente del box nacional, el "Intocable" Nicolino Locche (ver página 15). El patagónico, de 31 años, se zambulló en el combate con prudencia, al menos de entrada. De a poco tomó confianza y mientras el filipino derrochaba entrega y despliegue físico, Narváez hacía llegar a destino algunos peligrosos derechazos. Fue el "Huracán" el que ganó por presencia y actitud, el que le dio calidad a una pelea ajada e imprecisa, quien se ganó la ovación de la multitud a medida que avanzaba el minutero. Este Flores, que extrañamente se ubicaba en el primer lugar del escalafón OMB, apenas se dedicó a soportar de pie y meter un par de cabezazos con bastante de "malicia" (le descontaron puntos en el 4 y 7 round). No se desplomó en la lona porque aún con sus falencias técnicas, exhibió guapeza y una concepción granítica de su físico que le permitió absorber muchos golpes del chubutense. También tuvo mucho que ver aquello de la "malicia", al menos para el campeón mundial. "La verdad, ensució siempre el lance. No pensé que fuera un peleador que tuviera esas mañas", criticó Narváez, y explicó que la definición no llegó antes de las tarjetas porque el filipino fue "más peligroso con los codos, con la cabeza, que con las manos". "Quise meter combinación de golpes, pero no me dejaba trabajar, me palanqueaba, me bajaba, me tiraba golpes bajos, ponía la cabeza de manera peligrosa y temía que me produjera algún corte", indicó el chubutense, quien, pasadas las 3 de la mañana, lamentó no haber brillado. Lo "intenté, pero Flores, ensució el combate toda la noche". De todas formas, Córdoba lo aplaudió de pie. |