(ANSA).- A 44 años del gol fantasma concedido a Geoffrey Hurst, Inglaterra sufrió la devolución, cuando el uruguayo Jorge Larrionda no validó un tanto de Frank Lampard que podría haber cambiado la historia de la derrota 4-1 ante Alemania, en su abrupta la salida de Sudáfrica.
Resulta paradójico que le haya sucedido frente a Alemania, su vencido en la final del Mundial 66 (4-2), pero más aún que haya sido un árbitro uruguayo quien haya quedado en el centro de la polémica.
Uruguay se había ido del Mundial 66, goleado 4-0 por Alemania, en un partido dirigido de modo polémico por un inglés, James Finney.
"No nos cobró un penal clarísimo y después nos echó a dos. En el pasillo estaban las luces apagadas y lo llevamos de patadas en el culo, patadas y piñazos", contó a ANSA hace unos días Pablo Forlán, jugador de aquel plantel uruguayo y padre de Diego Forlán.
Impensable imaginarse una represalia similar de los jugadores ingleses contra Larrionda, aunque los periodistas ingleses indagaban vida y obra del juez.
Sin esperar a los delegados sudamericanos, los organizadores de Inglaterra 66 "sortearon" o designaron a dedo a un árbitro alemán para que Argentina-Inglaterra (0-1) y a un inglés para Uruguay-Alemania (0-4).
Los rioplatenses cayeron en cuartos en sendos partidos polémicos y los europeos llegaron a la final, ganada por Inglaterra.
Los jugadores alemanes aceptaron con hidalguía la derrota, según cuenta David Downning en el libro "Inglaterra-Alemania.
Imágenes televisivas, y estudios supuestamente más científicos, realizados con los avances tecnológicos, dieron razón a quienes siempre sostuvieron que el remate de Hurst, a diferencia del de Lampard, jamás cruzó la línea.