No hay nada más hermético en el Mundial que el equipo Corea del Norte, jugadores guerreros a los que apenas se puede sacar una palabra, herederos de la hambruna de los 90 en la que era un privilegio ser alimentado con la carne de "vaca loca" que Europa descartaba.
"A mediados de los 90 Corea del Norte importó carne de ´vaca loca´ para alimentar a su gente, y la prioridad se les daba a los futbolistas", relató hace tiempo Moon Gyung-Min, hijo de Moon Ki-Nam, ex seleccionador norcoreano que desertó con su familia al sur en 2004.
Es difícil saber si algo de esa "vaca loca" llegó a los actuales jugadores norcoreanos, muy jóvenes por entonces. Es difícil, de hecho, saber nada sobre los norcoreanos, recluidos en Tembisa, un deprimido suburbio de Johannesburgo, para preparar su debut mundialista del martes ante Brasil en el Ellis Park.
Su historia futbolera tiene un hito con el 1-0 a Italia en Inglaterra 66, un Mundial del que se despidió al caer por 5-3 ante Portugal tras ir en ventaja de 3-0. Pero también es la historia de un país en el que el fracaso y la disidencia están penados con dureza extrema.
Así como el éxito deportivo recompensado, porque ayuda a elevar la imagen de Corea y de la nación liderada por Kim Il Sung, el "querido líder" aún más allá de la muerte.
Los familiares de futbolistas exitosos se ven beneficiados con apartamentos de lujo, en comparación con las viviendas de la inmensa mayoría de la población, y con la "ciudadanía de Pyongyang", la capital, un lugar mucho más amable para vivir que el duro interior del país.
Esa recompensa le llegó no sólo a varios de los héroes del 66 -no a todos- sino también a Pae Yon Hui y sus compañeras.
Distinta fue la historia para Pak Seung-Jin, autor del empate 1-1 ante Chile en Inglaterra 66 y, sobre todo, del que fue el primer tanto de un equipo asiático en la historia de los Mundiales.
Pak pasó años en lo que en Corea del Norte se conoce como "Yoduk", un campo de concentración. Se dice que fue el castigo por desperdiciar la ventaja ante Portugal. Quienes estuvieron en aquella prisión dicen que para sobrevivir hay que comer "cualquier cosa que se arrastre o vuele".
¿Qué le ofrecerá Corea del Norte al mundo una vez que salga al césped de Ellis Park? Una férrea defensa, un equipo de guerreros dispuestos a luchar por el balón hasta el final. Mover las redes contrarias con frecuencia, en cambio, no es lo suyo.
"La moral está muy alta y estamos listos para luchar", dijo recientemente a la televisión norcoreana el seleccionador Kim Jong Hun. (DPA)