El primer partido había que ganarlo, se logró y eso ya es demasiado, pero ¿por qué el partido terminó 1-0? Porque el arquero nigeriano Enyeama seguramente jugó uno de los mejores cotejos de su vida y porque el Pipita Gonzalo Higuaín careció de la puntería por la que se hizo famoso y temido en Europa.
El análisis del debut argentino debería dividirse en dos: en ofensiva, el equipo demostró que tiene un inacabado abanico de variantes y que cuando Lionel Messi conduce, todo se hace realmente más sencillo.
La tarea de La Pulga fue superlativa, y es poco probable que revisando hacia atrás en los mundiales se puede encontrar a algún jugador que haya hecho tanto diferencia en velocidad y en el mano a mano, lógicamente hasta llegar a México 86.
Messi jugó e hizo jugar, fue vertical, se movió por todos lados en los últimos 30 metros y de no ser por el arquero Enyeama su puntaje hubiese sido un enorme ´10´.
Así y todo, el seleccionado nacional tuvo la chance de ganar el partido más complicado de la zona con mayor diferencia, pero falló en la definición y fue Heinze quien marcó el único tanto.
El debe quedó para el orden defensivo, más allá de que Sergio Romero se mostró muy seguro, tanto a la hora de salir a cortar centros como en las pocas veces que lo llamaron a intervenir por abajo. Lo más flojo de Argentina, como se venía especulando de antemano, fue el sector derecho.
Jonás Gutiérrez tenía la tarea de recorrer la banda por derecha y sufrió cada vez que tuvo que retroceder, porque le ganaron las espaldas.
Como en el fútbol todo se encadena, ese error táctico lo terminó pagando en lo individual JS Verón, cada vez que se recostó en la banda, y sobre todo Demichelis, que perdió mucho.