Leo Messi, Cristiano Ronaldo y Cesc Fábregas son tres claros ejemplos de superestrellas amadas en sus clubes, pero que no han podido rendir al mismo nivel con sus selecciones, algo que intentarán cambiar con el Mundial.
Ganador del Balón de Oro y el FIFA World Player 2009, año en que logró seis títulos en el Barcelona, la Pulga genera en el hincha argentino amor y fastidio al mismo tiempo, tras no brillar en las eliminatorias y los amistosos de la ´era Maradona´, a pesar de que todos lo esperan como el salvador.
"Es totalmente diferente jugar en Barcelona a ir a la selección. Cambian los compañeros, cambia el sistema. No quiero decir que los compañeros de acá sean mejores. La selección tiene los mejores jugadores del mundo. Pero tenemos poco tiempo y cambia todo", explica Messi.
"Si me toca jugar en el Mundial es una buena oportunidad para demostrar eso, tener el mismo nivel de Barcelona en la selección. Yo soy el primero que me critico y más que nadie. Soy el primero en querer cambiar eso y no tengo dudas que lo voy a hacer", prometió el rosarino.
A su compatriota Carlos Tevez le pasa lo mismo. Rey del nuevo Manchester City, cuando se viste de celeste y blanco se nubla, tanto hacia la red como en su entrega, que le ha valido muchas amarillas y algunas expulsiones infantiles, fruto de la impotencia.
"A veces venir a la selección es más sufrimiento que goce, nos dicen que no tenemos hambre de gloria y los periodistas no saben lo que hacemos por esta camiseta", puntualizó Carlitos, al borde de la explosión por las críticas que recibe por su bajo rendimiento con Argentina.
Al portugués Cristiano Ronaldo le ocurre lo mismo. A pesar de su época dorada en el Manchester United y el arranque golpeador en el Real Madrid entregó fantasía en cuentagotas en la Seleccao.
CR9 se perdió el repechaje decisivo contra Bosnia, en busca del billete para Sudáfrica, y pasó sin pena ni gloria por las eliminatorias, en que su país terminó segundo, sin recibir guiños del "Golden Boy".
Parte de la prensa lo señaló por borrarse de algunos partidos, a lo que Cristiano respondió: "Ellos saben lo que yo he dado por la selección de mi país. Yo jugué con el día que murió mi padre. Simplemente me gustaría que me respetasen más. Me da mucha pena que en Portugal duden de quién soy yo".
Amo y señor del Emirates Staduim desde la partida de Thierry Henry a Barcelona, el armador Cesc Fábregas maneja los hilos del Arsenal a su antojo y el técnico Arsène Wenger lo tiene como un líder.
Sin embargo, el joven jugador catalán, criado en la cantera barcelonesa de La Masía, todavía no pudo asentarse en la ´Roja´, más allá de que fue el referente de su generación juvenil cuando participó en los Mundiales Sub 17 y Sub 20.
De hecho, para Luis Aragonés durante la consagración en la Eurocopa 2008 lo tenía como el jugador número 12 y hoy en día Vicente del Bosque mantiene esa tesitura, dejándolo por detrás de Xavi e Andrés Iniesta, los cerebros de la selección española.
Messi, Cristiano y Fábregas tendrán chances de revertir ese concepto del 11 de junio al 11 de julio. Aunque no serán los únicos. El francés Yoann Gourcuff, sucesor natural de Zinédine Zidane que no logra imponerse en los ´Bleus´, es otro claro ejemplo.
El uruguayo Diego Forlán, máximo anotador de la Liga española en 2009, también fue atacado por la diferencia de nivel que muestra con la Celeste y sus goles de genial factura vestido de rojiblanco, donde este año fue decisivo para conquistar la Europa League.
Aunque estas historias tienen sus antítesis. Hay jugadores que se crecen con la nacional, pese a la imagen desteñida que dan en sus clubes, como ocurre con el alemán Lukas Podolski. Mejor juvenil en el Mundial 2006, "Podo" cayó en picada. Fracasó en el Bayern Munich y regreso al modesto Colonia. Sin embargo, Joaquim Löw lo considera indispensable y cada vez que juega la "Mannschaft", la zurdita de Podolski resulta a menudo desequilibrante. (AFP)