La selección uruguaya tiene sus señas de identidad bien marcadas: garra y personalidad. Pero la "celeste" quiere dar un paso al frente y mostrarse en el Mundial de Sudáfrica con una cara enriquecida y más fresca.
Los campeones del mundo en 1930 y 1950 tienen en los últimos 40 años una estadística que no dignifica su rica historia: desde México ´70, ganaron sólo uno de los 16 partidos que disputaron en Copas del Mundo.
"Queremos dar una imagen diferente. Los europeos y en otros países piensan que Uruguay viene sólo a cumplir y nosotros sabemos muy bien lo que tenemos para ganar. Uruguay puede dejar otra imagen", dice entre esperanzado y convencido Maximiliano Pereira, el lateral derecho del Benfica.
La idea no es nueva, pero se refuerza con la llegada en 2006 de Oscar Washington Tabárez, "El Maestro". Uno de los portavoces es el capitán del equipo, el experimentado Diego Lugano.
"Para competir a nivel mundial hay que tener más posesión de pelota. Sin perder lo que llevamos dentro, debemos evolucionar para soñar con volver a ser potencia", dijo a DPA el central.
La mano firme y el discurso claro de Tabárez, que ya dirigió a Uruguay en Italia ´90, están detrás de la idea de hacer un fútbol más ofensivo, pero el propio DT no quiere que la filosofía se transforme en Sudáfrica en una carga.
"Este equipo tiene un proceso de cuatro años de trabajo y es responsable por ello. Por su personalidad se ha levantado de situaciones complicadas, pero no se les puede colgar el traje de reivindicadores de la historia reciente del fútbol uruguayo", dijo con rotundidad el técnico, de 63 años.
Para atacar el sueño mundialista, Tabárez ideó un plan basado en la tranquilidad ambiental. La paz necesaria la da la invernal pero soleada y cálida Kimberley, otrora importante lugar de explotación de diamantes enclavado en el centro-norte de Sudáfrica. Por sus calles parece que sólo se moviera el viento.
Un entorno elegido para alejarse de la presión de la competencia y poder repetir en el torneo más importante de todos el "fútbol ofensivo" que, según Tabárez, ya "se dejó ver" en marzo ante Suiza (3-1) o en la despedida del público uruguayo ante Israel (4-1). Un estilo renovado que tiene un objetivo definido para Lugano: "Queremos devolver a Uruguay a los primeros planos. Y por soñar, soñamos con lo más alto".