El próximo domingo, Horacio Elizondo hará historia. Por primera vez en los Mundiales un mismo árbitro abrirá y cerrará una Copa del Mundo. El argentino había dirigido el partido inaugural entre Alemania y Costa Rica (4-2), el nueve de junio, y un mes después dirigirá la final mundialista entre Italia y Francia. Pero hay algo más: dirigirá su quinto partido en la Copa del Mundo e igualará el record que desde el martes pasado pertenecía al mexicano Benito Archundia, cuando arbitró Italia-Alemania (2-0), por semifinales. "Pensaba que el partido inaugural sería el partido de mi vida, pero ahora estoy increíblemente orgulloso y feliz, pero también sin palabras, porque no había soñado nunca con esto", dijo al enterarse de la decisión de la FIFA. Elizondo, que es profesor de educación física, suele afirmar que su actividad reúne las tres cosas que considera como fundamentales en su vida - "deporte, docencia y justicia"- y afirma que, para aplicar esta última, un árbitro debe ser "como un cirujano: exacto y preciso". El gusto por la metáfora le vendrá probablemente de uno de sus pasatiempos preferidos junto al golf: escribir poesía. Esa afición, a su vez, pudo haberlo ayudado a superar el trauma de hace cuatro años, cuando vio sepultada por la designación de Angel Sánchez su esperanza de ser elegido para pitar partidos del Mundial de Corea/Japón. "Aquello fue realmente toda una decepción. Y también fue un aprendizaje sobre cómo a uno se le presentan las cosas cuando uno no las espera", afirmó. En un momento de su carrera arbitral debió recurrir a tratamiento psicológico para corregir un defecto grave en un árbitro: no se atrevía a cobrar penales, por más que la infracción fuera evidente. El psicólogo descubrió que ese inconveniente estaba ligado a una situación personal inestable: estaba separándose de su pareja. El trauma fue superado y Elizondo se transformó en el mejor árbitro del fútbol argentino. Su capacidad lo llevó al Mundial de Alemania. El dio el pitazo inicial de la Copa y él dará el pitazo final. |