Blatter está en todo y habla de todo. Quienes lo conocen afirman que no hay nada que escape a su órbita y como celoso guardián de su presa, está atento hasta en los más mínimos detalles. Claro, primero fue el fiel y eficiente secretario de su antecesor, Joao Havelange, y conoce al dedillo y como nadie la casa del fútbol mundial. Su máximo anhelo: que en cada rincón del planeta se respire fútbol... y se vea fútbol. El estatismo no seduce a nadie, menos a Blattler. El movimiento es dinámica, y la dinámica es el alimento del 'mundo business'. "Hemos visto escenas de alegría en las calles de Sydney o de Accra, tras la clasificación de Australia y de Ghana para la segunda fase. Hace cuatro años, fue en Dakar, en Seúl... No conozco ningún otro acontecimiento en el planeta que pueda comparársele. Sólo el fútbol transmite tanta emoción. No hay más que mirar las cifras de audiencias televisivas...", ha dicho Blatter, sin poder evitar que una media sonrisa cómplice le dibuje la cara. Cifras y emoción, son las dos palabras que el mandamás de la pelota, ha sabido mezclar eficientemente y con la sabiduría que le dan sus 30 años como dirigente, y sus ocho años como presidente de la FIFA. Su apuesta mayor sigue siendo hacer un Mundial cada dos años. Pero el gran obstáculo tiene nombre y apellido: Juegos Olímpicos, que también se realizan cada cuatro años y la idea es no perturbar a los 'primos'. La ambición de Blatter es convencer algún día al COI. Es una picardía, el negocio es muy grande como para esperar siempre, cuatro largas primaveras por él. |