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Miércoles 05 de Julio de 2006
 
 
 
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  Fiebre amarilla
Las sanciones influyeron en las decisiones de los entrenadores.
 
 

La tendencia de los árbitros a 'desenfundar' tarjetas más rápido que su propia sombra en este Mundial, ha obligado a algunos equipos a jugar con este temor agregado de octavos de final en adelante, donde la eliminación directa puede hacer pagar caro a cualquiera que se equivoque y donde una amonestación puede ser el final.

Los entrenadores han tenido que integrar como un nuevo elemento en su gestión del equipo el diluvio de advertencias en esta Copa del Mundo, ilustrado por la casi caricaturesca actuación del árbitro ruso Valentín Ivanov, recordman absoluto en Mundiales, con 16 tarjetas amarillas y 4 rojas mostradas en el partido Portugal-Holanda de octavos de final.

 

Cuidar o arriesgar

Por ejemplo, la entrada al campo de juego de Odonkor en la selección alemana, en el minuto 62 del partido ante Argentina, no sólo fue decisiva a nivel ofensivo, dado que estuvo en el origen de la jugada del gol de la igualada alemana, sino que determinó la actitud de sus marcadores.

La movilidad de Odonkor sirvió para neutralizar al capitán argentino Juan Pablo Sorín, quien advertido desde el minuto 42 tuvo que suavizar sus contactos con los rivales. Pero, José Pekerman, el seleccionador argentino, ¿tendría que haber sacado del campo a Sorín? Es difícil responder.

Sin embargo, la otra cara de la moneda la protagonizó el entrenador de Túnez, el francés Roger Lemerre, quien en el partido de primera ronda ante Arabia Saudita (2-2), reemplazó en la segunda parte a tres de sus cuatro jugadores amonestados.

Lo curioso es que a esa altura de torneo no había nada decisivo en juego, y dos de los recién ingresados fueron responsables directos de los goles sufridos en apenas dos minutos. "Cuando un jugador recibe una tarjeta amarilla en un Mundial, ya no es el mismo", es la convicción de Lemerre.

Italia casi se pierde al mediocampista Gennaro Gattuso para la final del domingo. 'Rino' jugó la semifinal ante Alemania con una amonestación, y una más lo hubiera quitado del decisivo partido del nueve de Julio. Pero no hubo una segunda amarilla, algo curioso tratándose de un jugador de rudeza fácil.

Al mediocampista nunca se le ocurrió dejar su lugar en semifinales por temor a perderse la final. Las especulaciones no le interesan: "No tiene importancia si es por el bien del equipo. Si yo no juego la final otro lo hará en mi lugar", dijo el Gattuso. (AFP)

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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