| | Sin embargo, fue claro José cuando dijo que un ciclo estaba cerrado. Y es cierto que varios de los jugadores no estarán para el próximo Mundial de Sudáfrica en 2010. Los sobrevivientes de la era Bielsa (Roberto Ayala, Juan Pablo Sorín, Hernán Crespo y no tanto Pablo Aimar), por ejemplo, ya pasaron los 30 años y las experiencias suficientes. También el Pato Abbondanzieri. Gabriel Heinze, Lionel Scaloni, Leandro Cufré y Román Riquelme ya andan por los 28. Habrá renovación natural, claro. Aunque varios de los que están tendrán la chance abierta para seguir con el nuevo rumbo. La esperanza de Lionel Messi está intacta. Y la de Carlos Tevez ya tuvo aprobación. Habrá que ver cómo siguen las evoluciones de Oscar Ustari (el único que no participó) y de Rodrigo Palacio, dos valores de distinción en el fútbol local en los últimos tiempos. Sin embargo, debe saberse, antes que nada, cuál es el libro que se "deberá leer" hacia el futuro. Esta Selección que no llegó a la consagración pero que se fue invicta de Alemania dejó la marca de un estilo identificado con la vieja tradición del fútbol argentino. No le alcanzó para arribar al éxito. Los avatares de los penales no la detuvieron. La historia terminó en frustración. Como en los últimos 20 años en los que se probaron antiguas fidelidades y nuevas teorías. ¿Cómo tendría que jugar la nueva Selección? Esa es la pregunta de la urgencia. Porque si se aleja, ciertamente, Pekerman, ¿terminará con él, el liderazgo de Riquelme? Es posible. Quizás pueda estar Román en la etapa que se inicia, condiciones le sobran, pero habrá que ver si el eventual sucesor le da el respaldo que le brindó José. Al cabo, este equipo giraba casi exclusivamente en torno de su conducción. Las figuras que asoman, las más nombradas, Sergio Agüero, Fernando Gago, Lucas Castromán, responden, al cabo, a la misma línea de juego. Esa que el hincha reconoce. Porque es más exigente con la Selección que con la camiseta de su club. Quiere triunfos pero quiere el equipo lo represente. Por eso el impacto de la caída, esta vez, no fue tan profundo, más allá del reclamo por Messi. Sería un error derrumbar una idea para imponer otra, opuesta. Habrá que corregir, cambiar, compensar. Pero sin perder de vista el estilo que todo el mundo reconoce y aprecia. |
