No es una tarea agradable repasar lo que sucedió durante 120 minutos que más tarde terminaron de la peor manera, incluso inesperado durante gran parte del juego. Pero es la única forma de entender por qué se perdió o mejor dicho, por qué no se pudo rematar antes un partido que en algunos momentos se tuvo en un puño. La sorpresa mayúscula del partido no fue el ingreso de Carlos Tevez desde el arranque, menos de Lucho González y Fabricio Coloccini, sino que a los 26 del segundo tiempo, con Argentina ganando y toda Alemania corriendo detrás del balón como el niño que busca la sortija, José Pekerman decidiera sentar a Juan Román Riquelme a su lado. Justo cuando el desarrollo del partido ofrecía la desesperación de los alemanes por encontrarle alguna vía favorable para llegar al arco y la aceleración de la mayoría de los futbolistas de la Selección, por mantener el control de la pelota y alejarla de la zona de Leonardo Franco, que ya estaba en la cancha. Una vez en la conferencia de prensa, Pekerman explicó que había retirado del campo a Riquelme porque estaba exhausto, casi acalambrado. Entonces el entrenador ubicó a Cambiasso junto a Mascherano y adelantó unos metros a Lucho González, que ya no estaba en buenas condiciones físicas. ¿Por qué Cambiasso y no un Aimar, un Messi? Posiblemente porque Pekerman veía el mediocampo maltrecho, caído en lo físico y por momentos sobrepasado por la fuerza y la tozudez de una Alemana poco dúctil pero bien impetuosa. El "Cuchu" intentó algo en ataque, pero no estuvo para nada fino. La aparición que no entregó dividendos fue la de Cruz por Crespo. "Valdanito" agotó todas sus reservas físicas, picando y picando, buscando sin generar casi nada de peligro. Tampoco lo habilitaron demasiado. Y Cruz, a quien se lo elogia por "meterse" rápidamente en el juego, no se asoció con Tevez, y su reclamo de centros altos no rindió ningún beneficio frente a las dos torres germanas. Probablemente el DT lo puso para obtener una alternativa aérea, pero no era la vía apta, la que se necesitaba. Con las piernas cansadas por el vértigo, era el tiempo de Lionel Messi, sin ninguna duda. Era la hora de un delantero hábil, rápido e impredecible. No fue así, y ésto pasará a ser una anécdota. Pero el dolor fue más agudo viendo que la Argentina se despidió con su "Joya" dentro del alhajero. |