La Argentina sufrió una de las eliminaciones más injustas que se recuerden. Fue superior al dueño de casa, por momentos lo hizo pasar un papelón y fue propietario de las situaciones de mayor riesgo. Los penales condenaron a un equipo que dejó el alma en cada jugada, que fue superior a su rival y que recuperó, por momentos, lo mejor de la tradición futbolística de la Argentina. Una paradoja, justo caer en un terreno, el de los penales, donde le fue siempre bastante bien. Seguramente habrá muchos menos reproches para este ciclo que para los antecesores de José Pekerman, sobre todo para Daniel Passarella y Marcelo Bielsa. Pero de una u otra forma, toda la angustia contenida durante los 120 minutos de juego se transformó en decepción y lágrimas para un equipo que se despidió nuevamente en cuartos de final, al que otra vez se le negó una semifinal. Detrás de tanta desilusión quedó un parejo desarrollo, con la Argentina que logró poner en aprietos a los locales. En el primer tiempo hubieron pocas emociones porque se enfrentaron dos equipos que se estudiaron más de la cuenta. A la hora de contar las de real peligro, quedaron en tablas, con un par de aproximaciones de Argentina y un cabezazo de Ballack que se fue más lejos de lo que se vio en la tevé. Claro, Argentina fue amo y señor del balón y terminó en esos 45 iniciales con más de un 60 por ciento de tiempo de posesión del balón. En el complemento golpeó primero el equipo de José. A los 3, centro perfecto de Riquelme y cabezazo fulminante de Roberto Ayala, a esa altura la figura de la cancha. Desde ese momento Alemania se fue con todo al ataque y dejó enorme "blancos" en la mitad de la cancha. Hubo oportunidad de liquidar el partido si Riquelme hubiese estado en su tarde, pero erró sistemáticamente en los pases finales. Para colmo, Mascherano y cía retrocedieron varios metros y le cedieron terreno a Alemania. Pudo llegar el empate a los 19 en una mala salida de Abbondanzieri, y lo pudo liquidar Argentina en una contra que terminó con un bombazo de Maxi Rodríguez que pasó cerca. A los 35 cayó el enésimo centro en el área albiceleste, hubo un anticipo y el segundo cabezazo, el de Klose, determinó el 1-1.Fueron 10 minutos fatales, con muchos nervios. A los 44 lo tuvo Lucho González de cabeza, pero Michel cobró offside. Cayeron los 30 suplementarios y las tres situaciones más claras fueron para la visita. Era para el infarto, porque hasta en esos últimos minutos la Argentina lo puso ganar. Pero tanto amor propio no fue suficiente para aguantar la diferencia. Demasiada injusticia, demasiados lamentos para un plantel que mereció mejor suerte. |