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Viernes 30 de Junio de 2006
 
 
 
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  Había que rematarlos
Argentina estuvo a un paso de semifinales, pero cometió el peor de los errores: dejar con vida a los alemanes
 
 

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120 minutos que quedarán en la historia. Una definición por penales que jamás se olvidará. La peor eliminación. Una de las más duras. Porque el dolor se hace más intenso cuando viene acompañado con una guarnición de injusticia. Será difícil digerir esta derrota frente a Alemania. Costará, y mucho.

Pasarán los años, pero será difícil escaparle a esas imágenes. Ayala quebrando el aire para destrozar el arco alemán, Mascherano yendo con alma y vida a cada balón, Carlitos Tevez encarando hasta al mismísimo Klinsmann, guapo, tozudo...

La selección Argentina estuvo a pocos minutos de dar el segundo batacazo en 16 años, a domicilio, contra 70 mil voces en contra, sin el "Pato" Abbondanzieri, con Lucho González en una pierna.

Era contra todos los pronósticos, en casa ajena. Era la oportunidad de aguar una fiesta que está armada desde el 9 de junio.

El equipo de José Pekerman le demostró al mundo de lo que está echo, el temple que lo acompaña. Pero se quedó en las puertas de la gloria, porque Roberto Ayala, un enorme Roberto Ayala, y Esteban Cambiasso no tuvieron precisión desde el punto de penal. Jens Lehmann se hizo enorme bajo los palos, como en aquella definición frente al Villarreal, por las semis de la Liga de Campeones, cuando le atajó un disparo a Juan Román Riquelme y puso en la final a su Arsenal.

Ahora Lehmann metió injustamente a Alemania en semifinales. A una Alemania que se vio sobrepasada durante gran parte del juego, que no tuvo reacción, que vio como el miedo le calaba los huesos cada vez que Carlitos Tevez tomaba la pelota, que estuvo abajo en el marcador...

Fue el partido de los nervios, el de los imprevistos, la final anticipada más electrizante que se haya visto. Argentina lo tuvo todo, ganaba 1-0, jugaba mucho mejor, hacía sentir la historia.

Pero de un momento a otro todo se dio vuelta. Porque se lesionó el "Pato" Abbondanzieri, Lucho González dejó de caminar en dos piernas para hacerlo en una, con mucho coraje; ya no estuvo Riquelme, y los rústicos alemanes lograron llegar a la igualdad, con la fórmula de toda la vida: centro y doble cabezazo, el segundo de Klose para poner el 1-1.

En el arranque fue un partido de ajedrez. Los primeros 45 minutos dejaron poco desde lo futbolístico, desde la belleza del juego, y mucho en lo táctico. Pekerman y Klinsmann se estudiaron tanto que terminaron obstruyendo cada vía de juego. De entrada la lucha de planteos quedó en manos de José, luego se equivocó con los cambios.

Porque la Argentina fue un claro dominador, al punto que cuando el eslovaco Lubos Michel (localista al máximo) pitó el final de la etapa inicial los visitantes terminaron con más de un 65 por ciento de posesión de la pelota. Traducción: la tuvo casi siempre la selección nacional.

Argentina jugó a lo que sabe. Tener la propiedad indiscutida de la pelota, darle siempre un destino cierto y presionar las arterias de ataque del adversario cuando la pelota es ajena.

Pekerman sorprendió con la inclusión de un Tevez intratable, pero también con la salida de Juan Román Riquelme y el ingreso de Cambiasso y Cruz.

Era tiempo de Messi, de un rapidito para liquidar el pleito. Pero le erró, se quedó sin variantes y dejó viva a Alemania, sin darse cuenta que a Alemania no hay que dejarla viva. Dejarla respirar fue fatal.

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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