| Desde los sitios más insospechados de Alemania, otros tantos locutores, periodistas y autodenominados animadores le comunican a una audiencia anónima su particular punto de vista acerca de la selección nacional y la inmortalidad de los cangrejos. Todo junto. Todo revuelto. "¡Porque hoy desde la pantalla de Canal 13, somos Argentina!", insiste el locutor. De lo cual deduzco que el resto del año son otro país o ninguno. Hago un cameo por el vecindario que me recuerda una escena de "El amanecer de los muertos". Calles vacías, negocios sedientos de clientes que hoy, por lo menos por un rato, no comprarán nada. Silencio. Vuelvo a la seguridad del puf. Esto también me hace pensar en una escena maravillosa de "Enrique V" en la que el amigo Shakespeare describe, a través de los diálogos de sus personajes, la tensión que precede a la sangre. Y otra escena más, la que abre el filme de Ridley Scott, "Gladiador", en la que el general romano alienta a su tropa con un susurro: "Dignos y valientes". Luego el fuego de Occidente inundará el cielo. Será que cada momento épico reproduce y regenera el temor y la furia que incitó el principio de los tiempos. El big bang. Resulta extraño suponer que en este mismo momento un hombre le dicta su testamento a su secretaria, que un niño aguarda afuera de un supermercado un par de monedas, que un abuelo escucha la radio en un paraje de la Patagonia inhóspita y que el mundo continúa girando a una velocidad inaudita a través del infinito. La pantalla del televisor dice lo mismo una y otra vez de distinta manera. No estoy seguro de cuál sea el trasfondo de esta vidriera. Sospecho que hay una verdadera conexión entre los jugadores de fútbol y la audiencia y que el sistema de comercialización se aprovecha de ello. Utiliza los sentimientos como un lubricante, como un canal a través del cual hacer transcurrir sus propios intereses. Nada de esto importa demasiado ahora. Nada. Un gingle cruza el aire por enésima vez. En la pantalla del computador un wallpaper de "Nacho Libre" parpadea incitando a la risa mientras escribo estas líneas. Borges duerme la siesta eterna en mi biblioteca porque nunca fue un fanático del fútbol. Supongo que jamás lo entendió. Carl von Clausewitz se frota las manos ante esta réplica suave de lo que es realmente una guerra. Si "La guerra es la continuación de la política por otros medios", como decía Carl von, el fútbol es la prolongación de la efervescencia del circo romano en un nuevo milenio. El fútbol también es un Aleph que se apagará el próximo 9 de julio. Suena el pitazo inicial y un grupo de jóvenes soñadores mueve la pelota. El resto es olvido. | 
