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El 'jogo bonito' es un invento publicitario.

La revelación del lateral izquierdo brasileño Roberto Carlos sorprende, pero a medias. Que cada vez se ve mejor fútbol más en publicidades televisivas que en los campos de juego no es novedad. Sí asombra que lo haya dicho un brasileño. Que a él y sus compañeros les cueste cada vez más jugar (y divertirse) dentro de una cancha de fútbol no debería hacerle olvidar a él y a sus compañeros de tandas publicitarias que Pelé, Garrincha, Jairzinho, Tostao, Rivelino, Zico, Falçao... existieron y practicaron un 'jogo bonito' sobre el verde césped mucho antes de que Nike la tomara como propia para vender más botines.

La reacción de Roberto Carlos tiene su contexto: el hartazgo de los futbolistas de la selección brasileña ante el hartazgo de todos de esperar ¿demasiado? del publicitado, 'cuadrado mágico' y sus promesas de fútbol total, bello y lujoso, o lo que es lo mismo, de 'jogo bonito'. Lo mejor de Brasil, hasta ahora, ha ocurrido por fuera de ese 'cuadrado mágico', una formación geométrica que se ha revelado errónea, pues deja afuera a Zé Roberto y Emerson, los volantes centrales que resuelven los desvaríos de los cuatro cracks de adelante. El 'cuadrado mágico' es en realidad un 'rectángulo mágico' que forman los dos mediocampistas centrales, los dos creativos (Ronaldinho y Kaká) y los dos delanteros (Adriano y Ronaldo).

En Inglaterra ocurre lo mismo. Frank Lampard y Steven Gerrard, junto a sus laderos Joe Cole, por Izquierda, y David Beckham (aunque sólo con su pie derecho alcanza), por derecha, han sido lo mejor del equipo 'de la rosa'. Sus entrenadores también piensan parecido. Mientras el brasileño Carlos Alberto Parreira afirma que "'jogo bonito' es ganar", el sueco Sven Goran Eriksson que dirige a Inglaterra reflexiona: "Holanda jugó bien, Ghana, España y Costa de Marfil también. Pero dónde están ahora... En casa". Tan cierto como lamentable.

Portugal, otra selección que aún no volvió a casa y que será rival de la inglesa, se destaca por su mediocampo. Allí brilla Maniche, un volante de tres dimensiones: marca, juega y convierte, como lo hizo el domingo ante Holanda. El futuro '5' Chelsea le dio a Portugal el pase a cuartos pisando el área y la pelota y rematando como un centrodelantero. El 4-2-3-1 que plantea Scolari con Pauleta como cabeza de área, muta al tradicional 4-4-2 cuando se suman al ataque Figo, Deco y Cristiano Rolando. Todos ellos siguen en deuda con el Mundial, menos Maniche, que arranca desde más atrás y llega bien adelante.

Lo mismo ocurre con Italia, que sigue esperando por Francesco Totti y Alex Del Piero, pero sorprende con Andrea Pirlo, mediocampista de buen pie que hace juego y cuando no, lo deshace con la pelota en la red. En un comienzo, Marcello Lippi sorprendió al mundo con un ofensivo 4-3-1-2, es decir, un enganche (Del Piero) y dos delanteros (Gilardino y Toni). Pero el 4-4-1-1 ante República Checa, cuando ya lo ganaba 1-0 y Australia, cuando el alargue era una realidad, nos devolvió a la Italia mundialista, la Italia de siempre.

Cada vez más, los Mundiales proponen menos de lo que se espera. Pero ¿por qué habría de ser diferente? Mientras más hay en juego, menos se juega. ¿Será entonces como dice Parreira? ¿Será que habrá que irse con el fútbol a otra parte que acá se está jugando un Mundial? ¿Será...?  Maniche es lo mejor de Portugal.