Argentina pasó a los cuartos de final a lo Argentina. Con los huesos calados por el sufrimiento, pero también con los mejores productos de su enorme shopping de talento en la cancha. El festejo y el desahogo de todo un pueblo archiva el capítulo IV de una nueva decepción mundialista. Porque si algo queda claro, es que la selección se la jugó, y de qué forma. Posiblemente México haya jugado el encuentro de su vida, al menos en la historia mundialista. Lavolpe, un viejo y controvertido zorro, paró en la cancha el antítesis de la Argentina. Se metió en su laboratorio y de tanto probar encontró el mejor archienemigo, fabricó la criptonita que mantuvo knock out a la albiceleste. El sábado quedó demostrado que los de Pekerman quedan como un ciego sin lazarillo contra un equipo de las características del mexicano. Aguerrido como el marfileño, pero más rápido, preciso y sin una gota de ingenuidad; ordenado tácticamente como el holandés, pero con mayor equilibrio. México detuvo el influjo de juego argentino, le tapó sus vías de generación y siempre se las ingenió para disputarle la posesión del balón. Para colmo, los defensores argentinos -salvo Ayala- acusaron la instancia de definición y fueron una madeja de nervios, un banquete para Fonseca y Borgetti. Fue el peor partido de Argentina, pero otra excelente lección para este plantel. Pekerman volvió a demostrar que, salvo con Juan Román Riquelme, su flexibilidad táctica es un soplo de aire fresco. Porque el DT se la jugó, y en los treinta y pico de minutos terminó defendiendo con cinco hombres -más Abbondanzieri- y atacando con la misma cantidad. Instaló al "10" junto a Mascherano y le dio la responsabilidad a Maxi Rodríguez, Aimar, Tevez y Messi de que le proveyeran el pase a los cuartos. Los 'chiquitos' se transformaron en la descarga de energía y vértigo que se necesitaba, carencia durante 80 minutos. Cada uno con sus características, poseen la virtud de hacer sencillo lo complicado, con el aditamento de que siempre es en forma vertical. Pekerman cambió, se la jugó y acertó. La falla está en no mantener en el tiempo todo lo bueno que se vio en los últimos minutos. |