Marcello Lippi tenía dos planes para superar a la República Checa, el último obstáculo antes de octavos de final. Una defensiva y otra más acentuada en el ataque, aquella con la que le viene cambiando la cara al fútbol italiano. Ese fútbol de defensa férrea, aburrido, conocido como el "catenaccio", que le valió el título de 1982, el tercero después de los éxitos de 1934 y 1938. Pese a que los checos venían diezmados por lesiones y suspensiones, se jugó la primera opción. Un "4-3-2-1" rezaba la fórmula de Lippi. En lugar de las dos puntas ocupadas por Luca Toni y Alberto Gilardino, el segundo quedó como solista en el ataque. Francesco Totti jugó adelantado por la izquierda, con Mauro Camoranesi en la derecha. La fórmula dio resultado. Los checos se esforzaron sin frutos por llegar a Gianluigi Buffon y los italianos convirtieron dos goles, sacando el mayor provecho de las contadas ocasiones de peligro que dispuso. Los jugadores niegan que se trate de un regreso a las fuen-tes. Y tal vez vuelvan al esquema ofensivo en octavos. Según más de un entendido, la "azzurra" tiene cuerda para rato. Por lo pronto, en octavos le espera el lunes Australia. ¿"Catenaccio" o generosidad? Italia tiene la palabra. |