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Lunes 12 de Junio de 2006
 
 
 
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  LA PAVOTA
  \"El Esternón\"
 
 

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Una inmensa alegría afloró en mí horas antes de ver a la Selección ante Costa de Marfil: finalmente conseguí un asiento de privilegio en el bar El Esternón, de Tapiales, para ver el partido. "Se llama así -me aleccionaron Felipe y Cornelio, dueños del boliche- porque es el lugar donde hay que golpear al cliente para destrabar el paso de morcipán (1), la especialidad de la casa." Antes el bar tenía otro nombre, formado por las dos primeras letras iniciales de sus propietarios, pero decidieron cambiarlo porque espantaba a los clientes. "Lo de Fe-Co" parecía más una referencia a nuestro menú", se lamentó Cornelio, segundos antes de asestarme un directo al pecho, cuando ya me estaba poniendo morado.

Uno cree que cuando juega la Selección el país se para, pero no es así. Existe un grupúsculo que se mantiene al margen y que conspira contra nuestra atención. Me pasó en el Mundial pasado, que en los tres partidos en los que jugó el equipo de Bielsa tocaron el timbre los Testigos de Jehová. Y como soy respetuoso de las minorías, los escuché y les agradecí el mensaje, pero me perdí los dos goles del equipo en el torneo.

Esta vez, me di cuenta de que algunos jugadores argentinos sintieron los nervios del primer partido. Y sé perfectamente qué se siente al debutar en un certamen importante y ser el centro de atención. Yo había llegado a Olavarría para jugar en Loma Negra y una gran fama me precedía. Por eso, no tardaron en invitarme a un nacional de mus (2), que se organizaba en un club vasco de Rauch (3). Yo jugué muy bien, pero lo había llevado a Mario Husillos de compañero y nunca entendió que el Rey y el tres valían lo mismo. Una pena.

Por suerte, el primero ya pasó. Me pongo en la piel de Coloccini, con el peso que siempre conlleva lucir un número (4) con tanta historia en el seleccionado. Una camiseta que lucieron Balbuena, Bertoni, Borghi, Basualdo, Pineda y Pochettino. Y que no pudo usar Víctor Bottaniz en el 78, por una complicada confabulación internacional, en la que estuvieron involucrados Rubén Pagnanini y Daniel Pedro Killer.

Después del partido con Costa de Marfil me quedan sensaciones encontradas. Euforia por la victoria. Bronca por no haber podido ver a Leonardo Cufré clausurar su lateral ante Bonaventure Kalou. Y una incalculable angustia por esos casi 3 minutos sin poder respirar luego del tercer morcipán. No sé si mi esternón llegue entero contra Holanda.

 

(1) Dícese de la vitualla compuesta por morcilla y pan. Rica en hierro. (2) Jugar compulsivamente al mus es perjudicial para la salud. (3) Capital nacional del ave de raza. (4) Eso. Cuatro.

 

 

   

Eber Ludueña

   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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