Corre. La selección anfitriona abre la Copa con la expectativa de la consagración. Los roles de la apertura del Mundial están claramente repartidos. Se trata de una nueva edición de la lucha de David contra Goliath. Por un lado, el gran favorito del grupo, Alemania, equipo anfitrión, tricampeón mundial, que llega con la clara aspiración de lograr la cuarta corona. Tiene la obligación de ganar. Las intenciones las resumió el atacante Lukas Podolski: "Los vamos a barrer" Y por el otro, el desafiante, Costa Rica, ante el partido más importante de su historia futbolística, jugándolo ante casi 60.000 espectadores en el estadio de Munich, pero sobre todo ante los ojos de centenares de millones de telespectadores en el mundo entero. Entra a la cancha sin la presión de tener que ganar, pero sí la de evitar males mayores. Lesionados A pesar de la minuciosa preparación de ambos equipos en los últimos mes, ambos llegan con bajas o dudas. La más significativa será la ausencia de Michael Ballack, el capitán y motor del conjunto alemán, aquejado de una contractura muscular. Lo reemplazará Tim Borowski, un volante ofensivo con mucha garra y de grandes cualidades técnicas. En el improbable caso de que Klinsmann opte por un esquema más defensivo, la cuarta posición en el rombo del medio sería para Sebastian Kehl. Costa Rica se proponía afrontar el gran duelo con tranquilidad, pero en las últimas horas las lesiones han complicado las decisiones del técnico Alexandre Guimaraes, con tres dudas: el arquero José Francisco Porras y los volantes Gilberto Martínez y Mauricio Solís. Los tres se perfilaban como titulares, pero ninguno pudo entrenar con normalidad en la última sesión de trabajo. La verdad, hoy a partir de las 13, y con el pitazo argentino de Horacio Elizondo (DPA) |