Un técnico una vez me dijo que había que imitar lo bueno. Era un técnico electrónico que estaba tratando de arreglar mi Noblex 7 Mares con la que escuchaba una radio colombiana para seguir a Vanemerak y al Panza Videla en Millonarios. La frase me quedó grabada y creo que llegó la hora de aplicarla. Los brasileños hicieron punta en un negocio que amenaza con llegar a los niveles de lo que fue, en su momento, la fabricación de los vaqueros nevados: subastaron por 800 dólares una noche en la cama en la que pernoctó Ronaldo durante su paso por Suiza, antes del Mundial.

Las posibilidades dentro del plantel mundialista argentino son infinitas. Creo que se podría sacar una buena suma por usar el peine fino de Juanpi Sorín o por terminar la porción de milhojas que dejó Heinze en el primer desayuno en Herzogenaurach. La respuesta de la gente a esta clase de convocatorias es siempre importante. Yo alguna vez intenté quedarme con el Algispray que utilizaron el día que Pajurek fracturó a Islas, pero se lo llevaron Lo Gatto y Volk, que hicieron una diferencia económica en Banfield y ofrecieron 12 australes más que yo.

Los que no pudieron ver el negocio fueron los alemanes que fabricaron la mascota del Mundial. "Goleo" resultó un fracaso en ventas, la compañía ya presentó su quiebra y se descubrió que es un muñeco de plush tóxico, como un ánorak que una vez me compré en Encarnación. El leoncito no hace más que seguir los pasos de casi todas las mascotas mundialistas, que caen en desgracia igual que los actores que personifican a Superman. Ya hemos citado el caso de "Tip y Tap," las mascotas de Alemania 74, y su final en una granja de recuperación en Baden Baden por su adicción al vino Rojo Trapal. Tras el Mundial 82, apagado el furor del torneo, "Naranjín" fue a probar suerte a Paraguay pero terminó siendo uno más. Y aún hoy se desconoce el paradero de "Striker," la mascota de Estados Unidos 94, que desapareció de su casa en Tuscaloosa, Alabama, cuando supo que su futuro en el fútbol-soccer era incierto porque era un perro.

También fue efímera la existencia de "Elías," la mascota que teníamos en Desamparados de San Juan. "Elías" era un cuis de un metro 70 que a los 23 del primer tiempo de un partido con Independiente de Villa Obrera recibió un feroz ataque de cuatro cóndores famélicos que lo confundieron con un roedor verdadero. Desde ese día, nadie más quiso ponerse el traje de "Elías," fundamentalmente porque había quedado muy agujereado y el invierno sanjuanino es muy cruel.

Para finalizar me gustaría realizar dos observaciones, ya que estamos a horas del debut con Costa de Marfil: si nos hace un gol un jugador llamado Yapo Yapi, será una deshonra peor que el 6-1 contra Checoslovaquia del Mundial 58. Y Drogbá es un viaje de ida. Que no suba. Hasta la próxima amigos.