Tal vez sea muy temprano para sacar conclusiones firmes, pero el hallazgo de gas de reservorios no convencionales en Loma de la Lata cambió el escenario del mercado petrolero de la región, especialmente el de Neuquén. El establecimiento de mejores precios para ese recurso garantiza el recupero de las inversiones no sólo para YPF sino para el resto de las compañías que ya tienen desarrollos avanzados en la cuenca, incluso en la provincia de Río Negro.
La administración de Miguel Saiz, con tan sólo un año por delante, tiene por ahora otra prioridad en el corto plazo: negociar con las compañías los fondos que obtendrá a cambio de las prórrogas.
El gobierno de Jorge Sapag, que peleará el año que viene la reelección, está desde hace años esperando el anuncio que formalizó el 7 de diciembre el gobierno nacional al ponerle al gas no convencional un precio que el mercado pueda pagar y sirva para fomentar inversiones.
El petróleo es cada vez más escaso en nuestro país. Luego de una década de transformaciones, la del 90, y de picos de producción y exportación de excedentes, un período similar que termina ahora estuvo signado por el aumento de la demanda, el fin de los envíos masivos al exterior, la caída en la producción y en las reservas, disminución de las inversiones e intervención estatal de los precios internos.
Esa combinación ha transformado las normas del mercado petrolero en un híbrido, en el que las empresas parecen recién ahora comenzar a acomodarse (si es que terminan haciéndolo).
La cuenca Neuquina ya perdió hace tiempo la supremacía en el mercado petrolero; lo fuerte aquí es el gas, el combustible más barato que tiene nuestro país.
Si el inicio de la década significara un cambio en el rumbo de los precios que dominaron el mercado del gas (de fuerte regulación estatal) desde la devaluación, a principios del 2002, estaríamos ante un escenario diferente porque, sea cual fuere el tamaño de lo que el subsuelo guarda en reservorios no convencionales aún sin explotar, habrá más producción, más movimiento comercial, más empleo y una renta petrolera con más recursos para distribuir entre Estado, trabajadores, comerciantes y empresas.
El gobernador neuquino espera la señal del precio casi desde que asumió, hace tres años. Y hasta la semana pasada las respuestas no estuvieron a la altura de sus expectativas, tal vez porque la economía argentina es tan dependiente del gas como sensible a sus costos.
YPF, que además de ser la principal industria de nuestro país, tiene una presencia muy fuerte en la cuenca Neuquina, anunció que sus reservas de gas en Loma de la Lata crecieron de manera tal que el horizonte de producción se amplió de 6 a 16 años.
El gobierno nacional y el neuquino estiman que este hallazgo, extrapolado al resto de las compañías que explotan gas en la cuenca y que tienen desarrollos en reservorios tight sands (arenas compactas) y shale (arcillas), significa reservas para un horizonte de producción, con el actual nivel de demanda, de medio siglo.
No es poco. Tal vez por eso el gobernador Sapag se entusiasmó y dijo que Argentina pasará de ser un país con gas a uno gasífero.
¿Quién paga?
¿Quién pagará el mayor costo que representa la explotación de este gas no convencional? En principio, el sistema eléctrico argentino, que es dependiente de este combustible y que en los últimos años tuvo que adaptar sus turbinas a un sistema dual que permitiera el funcionamiento con gasoil o fueloil.
También la industria que hace uso intensivo del gas tendrá este recurso a disposición a cambio de una tarifa que, en algunos casos, ya está pagando: entre 4,5 y 7,5 dólares por millón de BTU (una unidad térmica).
Hace años que en los días más fríos del invierno las industrias sufren racionamientos y hasta cortes de suministro de gas porque de lo contrario no se podría cubrir la demanda residencial.
En este sentido, habrá que analizar si los tres gasoductos internos que parten de la cuenca neuquina, los dos Neuba y el Centro Oeste (que llega a Mendoza), dan abasto para transportar la nueva producción.
Sapag también deslizó que podría reanudarse la exportación de gas a Chile a través de los dos ductos que cruzan la cordillera de los Andes, en Neuquén y en Mendoza.
Chile desarrolló instalaciones para abastecerse de gas natural licuado (GNL) y difícilmente vuelva a depender de la producción argentina.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner aseguró que se continuará con las importaciones de Bolivia para atender el mercado del Noreste de nuestro país, pero que se prescindirá de los buques regasificadores de GNL, pero para eso seguramente tendrán que pasar algunos años, los que se necesitan para poner en producción los pozos de tight y shale gas.
El debate de la tarifa
El gran debate que está pendiente en Argentina es el de la tarifa residencial que, además de recibir el gas convencional que cuesta no más de 2 dólares por millón de BTU, presenta fuertes subsidios estatales.
Hace pocas semanas, Marcelo Mindlin, de Pampa Energía (una generadora de electricidad que quiere entrar en el mercado del gas para autoabastecerse), dijo que podría mantenerse el subsidio para hogares de bajos recursos, que son de muy fácil detección en Buenos Aires y su conurbano: las viviendas sin acceso al agua potable de red. Y que el resto debería pagar precios superiores por el suministro.
Un año más tarde
Río Negro, ya se dijo varias veces, tiene un desarrollo en materia de hidrocarburos diferente porque, además de ocupar el borde de la cuenca, su estructura fiscal no depende de los ingresos del mundo petrolero.
El gobierno de Saiz está negociando con las petroleras la extensión anticipada y por 10 años de las concesiones que vencen entre 2015 y 2017 y que fueron otorgadas en su momento por el Estado nacional.
Como se trata de un proceso extraordinario, es igual de inusual el dinero que recaudará Río Negro a cambio de las extensiones. En el último año de gobierno, todo indica que Saiz tendrá fondos extra para gastar y para repartir en obras en las ciudades de la provincia.
Por ahora, que el precio suba o baje no parece ser una preocupación en Río Negro, en cuyos yacimientos también podrían encontrarse reservorios no convencionales.
MARTÍN BELVIS