Catriel es un pueblo petrolero. Pero ese mote de a ratos se convierte en una especie de verdugo que lo transforma en rehén de una única fuente de recursos económicos. Es que lo que percibe el escalafón más bajo de los trabajadores petroleros, es el sueño más ansiado de la mayoría de los demás empleados, ya sean públicos, de comercios o de servicios ajenos a la actividad petrolera. La educación no es ajena a esta fiebre de oro negro que lo envuelve todo desde hace ya 51 años. En una ciudad de 21.500 habitantes hay cuatro escuelas secundarias, ninguna carrera universitaria y una larga fila de jóvenes que aspiran a calzarse el mameluco y partir hacia los yacimientos. De los cuatro establecimientos educativos de nivel medio dos son técnicos.

Ya en séptimo grado, los chicos empiezan a soñar con la camioneta de los turnos, los borcegos y los sueldos altos. Con esa aspiración se inscriben en las escuelas técnicas, pues eso ayudará, dentro de seis años, a tener posibilidades del ser petrolero. A tal punto es así, que en 2009 el número de inscriptos a primer año superó la capacidad del por entonces único Centro de Educación Técnica (CET). Desde el Consejo de Educación se les informó que sólo unos pocos iban a poder cursar allí y que el resto sería sorteado en los otros tres colegios. Alumnos y padres manifestaron su descontento y obligaron a las autoridades provinciales a "sacar de la manga" un nuevo CET, que este año comenzó a funcionar en las instalaciones de los ex pabellones de YPF, que resultaron inseguras, por ser de madera y con deficiencias en materia de seguridad. Una nueva camada de egresados de escuelas primarias volvió a poner en jaque a los dos CET y se informó que sólo 18 serían incorporados a primer año y se priorizaría a los repitentes. Otra vez padres y alumnos enojados.

La fiebre petrolera continúa. Personal directivo de uno de los CET confió a este diario que de un promedio anual de 60 egresados de la escuela técnica la mitad aspira a ser del plantel de los yacimientos. De ellos, 20 se inscriben en la tecnicatura superior en petróleo, y el resto, técnicos electromecánicos, intentarán entrar r en las empresas de servicio o como "boca de pozo" la tarea destinada a quienes no tienen otro tipo de capacitación.

Los otros dos establecimientos también generan egresados y más de la mitad de ellos se sumará a quienes quieren ser parte de la industria. El total de ingresantes al ciclo secundario en las dos escuelas técnicas es de 360 adolescentes, pero un significativo número abandona sus estudios con el argumento de que pueden conseguir trabajo en el petróleo, ya que de todas maneras deberán ir allí ante la imposibilidad económica de acceder a una carrera universitaria. Adolescentes, jóvenes y hombres de entre 28 y 40 años desfilan por las oficinas del sindicato, con la esperanza de caerle en gracia a alguien para cumplir su sueño.

No hay una capacitación concreta que permita ofrecer mano de obra calificada, máxime tratándose de la ciudad rionegrina de la que más petróleo se extrajo en estos 51 años, desde aquel 20 de noviembre cuando afloró por primera vez. Mientras tanto, cada aniversario, las escuelas primarias repasan las bondades del recursos no renovable que se transforma en riqueza y bienestar. Los alumnos y docentes de escuelas secundarias aprovecharán la fecha para poner en relieve esta riqueza, pero también para analizar el impacto ambiental y qué pasará cuando se acabe.