Desde el siglo XIX, con los primeros exploradores -verdaderos aventureros intuitivos- y hasta la actualidad, se han ido desarrollando nuevas y muy complejas tecnologías, acompañadas por la formación de técnicos y científicos especializados cuyos atributos esenciales son su alto grado de conocimiento en ciencias de la tierra, mucha imaginación y sentido común, paciencia y coraje.
El avance tecnológico -que ha permitido disminuir la incertidumbre- no ha logrado aún hallar un método que permita en forma indirecta definir la presencia de hidrocarburos. Por ello, para comprobar su existencia finalmente se debe a recurrir a la perforación de pozos exploratorios, ya que no hay descubrimiento sin que un pozo lo pruebe.
En la exploración petrolera participan principalmente geólogos y geofísicos, especialistas en ciencias de la tierra. Los métodos que emplean son variados: desde el estudio geológico de las formaciones rocosas que están aflorando en superficie hasta la observación indirecta, a través de diversos instrumentos y técnicas de exploración. Hoy las herramientas y los métodos utilizados en exploración han alcanzado niveles no imaginados unos pocos años atrás, especialmente debido al avance y la ayuda de la informática que permite almacenar y manejar millones de datos con rapidez y eficacia. Las imágenes satelitales, la detección por radar de manaderos de hidrocarburos en el mar, las herramientas de perfilaje de última generación y la sísmica tridimensional son algunos de los ejemplos de este avance en las técnicas de exploración.
Una de las herramientas más utilizadas por los exploradores son los mapas. Hay mapas geológicos o de afloramientos (que muestran las rocas que hay en la superficie), mapas topográficos (que indican las elevaciones y los bajos del terreno, con curvas que unen puntos de igual altitud) y los mapas del subsuelo. Estos últi- mos son quizás los más importantes porque permiten mostrar la distribución, propiedades y forma que toman las capas rocosas en el subsuelo. Estos mapas de subsuelo se generan con la ayuda de información de pozos preexistentes y de sísmica de reflexión, una técnica básica en la exploración de hidrocarburos.
La sísmica de reflexión consiste en emitir ondas elásticas (una vibración) en la superficie del terreno (con explosivos enterrados en el suelo o con camiones vibradores, en el caso de exploración en tierra, o con cañones de aire en el mar, en el caso de la exploración marina), las que se transmiten a través de las capas del subsuelo y se reflejan cada vez que haya un cambio importante en el tipo de roca. Las ondas reflejadas son recibidas en superficie y, conociendo el tiempo que tardan en llegar y la velocidad de las capas, se infiere la posición en profundidad y la geometría de las capas afectadas por las ondas emitidas. El producto final es una "imagen" del subsuelo. La adquisición de líneas sísmicas puede realizarse con un grillado 2D, es decir en dos dimensiones, o con grillado 3D, en tres dimensiones. La ventaja principal de la sísmica 3D radica en la enorme cantidad de información que proporciona con respecto a la 2D, con la cual se reducen las incertidumbres con respecto a la geometría y la posición de las capas en el subsuelo. La desventaja son los costos: el de un kilómetro de sísmica 3D es superior al de un kilómetro lineal de sísmica 2D.
Además de la sísmica de reflexión hay otras técnicas geofísicas que tienen aplicación en la exploración, son los denominados métodos potenciales principalmente representados por la gravimetría y magnetometría, dos herramientas utilizadas durante las primeras fases de la exploración, que permiten determinar el espesor sedimentario. Un gravímetro y un magnetómetro de alta sensibilidad montados en un aeroplano resultan excelentes herra-mientas para la localización de cuencas sedimentarias al permitir inferir la ubicación de la sección sedimentaria de mayor espesor y delinear los límites de la cuenca.
La aerogravimetría, en combinación con la aeromagnetometría, nunca podrán reemplazar la información sísmica, pero sí constituir una ayuda efectiva para una racional programación de los trabajos de prospección sísmica en la exploración de yacimientos.
(Fuente: Instituto Argentino del Petróleo)