Pocos días atrás, a unos 15 km de Rincón, el flamante intendente Hugo Wernli (49) sobrepasó en la ruta a dos camionetas cargadas de personas y bártulos. Minutos después volvió a encontrar a los vehículos y sus tripulantes en el centro de la ciudad.
Los recién llegados habían entrado en las estadísticas y el jefe comunal había sido testigo: dos familias se radican por día en Rincón de los Sauces, atraídas por el movimiento que genera la actividad petrolera, sus sueldos astronómicos y la desocupación cero. Acaso, Wernli también sintió sobre sus espaldas una mochila un poco más pesada: está al frente del municipio que más creció en los últimos años y que hoy tiene servicios insuficientes o al borde del colapso.
–Y, sí, es un crecimiento desmedido –afirma Wernli en la Unidad Básica, con fotos de Perón y Evita a sus espaldas–. Un desafío descomunal. Es como alguien decía: donde hay una necesidad hay un derecho...

Hace una década vivían aquí 5.000 personas. Hoy, la población se estima en 35.000 habitantes. La superficie construida se cuadriplicó en los últimos cuatro años y la ciudad se extiende hacia sus márgenes, plana, con un sólo edificio de cuatro pisos, entre el río Colorado y las bardas.
Los que viven en trailers se pasan a las prefabricadas y los que viven en prefabricadas dan el salto al ladrillo. Y la mayoría maneja autos flamantes. Los coches 0 Km no deberían faltar en la foto versión 2007 de Rincón, que también debería incluir las camionetas 4x4 de los petroleros y pilas y pilas de ladrillos.
Aunque todavía son miles los trabajadores que alquilan aquí y vuelven a sus lugares de origen durante los francos, Rincón, de a poco, intenta dejar de ser un lugar de paso.
–En los últimos tiempos son varios los casos de chicos que se fueron a estudiar , se recibieron y volvieron. Yo creo que es un dato clave para nuestro desafío más importante: construir una identidad –afirma Wernli.

En esta polvorienta tierra de paradojas la industria petrolera genera casi 900 millones de pesos al mes y aporta la mitad del presupuesto provincial neuquino, unos dos mil millones de pesos al año, pero la obra pública se concreta en cuentagotas.
Se trata de un territorio con 17 cabarets, cinco casinos, un aeropuerto, pocas calles asfaltadas y en mal estado, plazas con juegos rotos, ningún cine y 3.000 camas hoteleras. Doscientas de ellas corresponden al Espress Hotel (ex Holliday Inn), que tiene el formato de dos plantas rectangular y espacioso de las cadenas ruteras norteamericanas, pileta, cancha de tenis y tarifa petrolera: 100 dólares la doble. Es el preferido de los extranjeros. En el lobby se escuchan charlas del tipo cuánto tarda un avión de Tegucigalpa a Houston o discusiones sobre si un vuelo de Caracas a Miami demora dos horas quince o una hora cincuenta.
Por ahí circulan personajes como el indonesio Vagnus, que vivió dos años en el hotel y se la pasaba volando en un pequeño avión para hacer estudios sismográficos, con 500 dólares por día... de viáticos. O Beckham, el inglés igualito al futbolista británico, que sólo comía bifes porque era lo único que sabía decir, hasta que un día vio pasar a un mozo con un plato de ravioles, preguntó qué era eso, le dijeron, incorporó la palabra y amplió su dieta, que ya incluía en materia de bebidas lo que aprendió a decir primero: vino y cerveza.
En Rincón de los Sauces hay mucha gente joven. El grueso de los trabajadores petroleros tiene entre 20 y 35 años, los integrantes del nuevo equipo de gobierno municipal tiene alrededor de 30 años y sólo hay 42 afiliados al PAMI, contra los 5.000 que tiene una ciudad como Chos Malal.
Su historia es corta: era un paraje habitado por criadores de ovejas y cabras, hasta que la vieja YPF puso su ojo sobre la zona en los años ’60 y halló importantes yacimientos en Puesto Hernández en 1968. El pueblo fue fundado en forma oficial el 20 de diciembre de 1970 y dio el gran salto cinco años atrás con la concesión de numerosas áreas de explotación y el desembarco de nuevos habitantes.
Uno de ellos es Daniel González (31), empleado de la empresa norteamericana BJ, especializada en servicios de estimulación para hacer surgir el petróleo. Ahora, al caer el sol, aprovecha los últimos minutos de luz natural para seguir sumando ladrillos a las paredes de lo que pronto será la casa de 60 metros cuadrados que compartirá con su mujer, Patricia Jofré (37) y los tres hijos: Noelia (11), Brian (9) y Nicolás (6).
–Pagábamos un alquiler alto y nos decidimos a construir –cuenta Daniel–. El lote de es 25 metros por 10 y lo compramos en 4.000 mil pesos hace dos años. Ahora debe estar el doble. Fijate lo que es esto: no había nadie y ahora se llenó de casas. Tenemos todos los servicios y las cloacas llegan en enero. ¿Cuánto cuesta el metro cuadrado de construcción? Entre 25 y 28 pesos. Las cosas cambiaron mucho en los últimos años. Antes estábamos mal. Ahora cobramos buenos sueldos y mejoraron mucho las condiciones. A mí, por ejemplo, cuando voy a Añelo la empresa me manda al mejor hotel, a una suite con aire acondicionado.
–Y qué sueldos...
–Y, sí. Se estaban llevando todo, por lo menos que nos dejen algo, ¿no? –dice con un sonrisa.
La familia González es la apuesta exacta del intendente: familias que se instalen, hijos que crezcan, lazos que arraiguen.
Cierra Wernli: “Lo que hay que hacer es aprovechar esta bonanza para echar raíces y, déjeme repetirlo: construir nuestra identidad ”. (J.A.)
Producción periodística:
Damián Copponi)