Trazar en la Argentina una proyección de las alternativas políticas con un año de antelación es poco menos que librarse a un ejercicio de ficción, a tal punto resulta imprevisible la política nacional y por lógica consecuencia también la provincial. Sin embargo, hay cuestiones sobre las que es posible aventurar algunas predicciones sin demasiado riesgo de entrar en desvarío. Después de todo, el 2010 es el paso previo a ese año plenamente político que será el 2011 y todo lo que se haga o se deje de hacer durante su transcurso resultará decisivo cuando llegue la hora de la verdad.

En lo que se refiere al escenario político provincial, el partido de gobierno atravesará durante 2010 una serie de disyuntivas que serán decisivas para la forma en que la fuerza política más poderosa de la provincia encarará las elecciones del 2011. La primera de ellas será la interna para la elección de autoridades partidarias, en la que se verán empeñados las dos grandes corrientes que se disputan el control de la torta: sapagistas y sobischistas.

El tema está siendo ventilado en la Justicia y, si bien no se puede saber con precisión cuándo serán los comicios, presumiblemente la convocatoria no se debería dilatar más allá del primer semestre del año.

Sobisch ya ha hecho saber que mantendrá el acuerdo sellado previamente con Sapag para que ninguno de los dos se presente, y Sapag ha dado a entender otro tanto. Ahora se trata de saber quiénes serán los representantes elegidos por cada una de las fracciones para repartirse el partido, una transacción que, sin embargo, podría resultar sumamente volátil si cualquiera de los dos grandes referentes emepenistas amagara apenas con quebrar el pacto y presentarse.

En realidad, tanto en uno como en otro caso, es poco probable que los protagonistas decidan apurar el pleito sobre quién lleva los pantalones en la provincia. Después de todo, Sapag debe seguir gobernando todo el 2010 con la manos libres, cuestión de terminar de convertir la gestión en el principal argumento de su reelección.

Sobisch, a pesar de la demostración de fuerza que implicó el acto multitudinario del Ruca Che, por ahora ensaya una estrategia defensiva frente al cúmulo de planteos judiciales que lo acosan y la presión del gremio docente que le impide salir libremente a la calle. El ejemplo más claro de lo primero es el caso Temux, en el cual el ex presidente del Banco Provincia de Neuquén durante su gobierno lo acaba de dejar pegado por su responsabilidad política de la estafa que sacudió la entidad.

Si Sapag y Sobisch llegaran a un acuerdo para repartirse la Junta de Gobierno y la Convención entre hombres de confianza de ambos, el paso siguiente sería la puja por el marco de alianzas que debería tejer el partido.

Sapag acaba de admitir públicamente que Kirchner le propuso un frente para el 2011 y, aunque admitió que esa eventualidad no es de su resorte personal porque necesitaría de una reforma previa de la carta orgánica partidaria, se ha mostrado abierto al ofrecimiento.

En 2007 el gobernador vivió en carne propia la experiencia de un MPN debilitado ante la consideración de la ciudadanía que perdió en los principales municipios y estuvo a punto de resignar el poder en la provincia por primera vez. Por eso nadie debería sorprenderse de que agite una alternativa como la que le ofrece Kirchner.

Empero, por una cuestión histórica el MPN, por definición un movimiento policlasista que reúne desde empleados públicos y vecinos de los barrios hasta empresarios que progresaron a la sombra del generoso estado emepenista, no es una fuerza proclive a los frentes.

Por otra parte, lo más probable es que de insistir Sapag con una iniciativa como esa termine dándole un argumento a su adversario interno. Si bien Sobisch no cuenta ya con la consideración del electorado independiente en la medida necesaria como para volver, tiene una cuota considerable de poder dentro del partido y dadas las circunstancias aunque no pueda ganar podría hacer mucho daño.

En ese tren de cosas, aunque no es imposible alguna forma de acuerdo frentista entre Sapag y Kirchner de cara al 2011, por ahora ambos se necesitan y previsiblemente se necesitarán mutuamente durante los próximos dos años. El uno porque no puede prescindir de los votos del MPN en el Congreso, el otro porque sin la retribución por esos servicios no podría llevar su gestión y en ultima instancia su reelección a buen puerto. Así las cosas, lo más probable es que ambos mantengan por mutua conveniencia las expectativas sobre el frente aunque al final éste no se materialice.

En el caso del escenario político municipal, la coalición gobernante se verá sometida definitivamente a prueba durante 2010. El intendente Farizano está entre dos fuegos: por un lado debe mantener a cualquier precio el respaldo de las fuerzas que componen la alianza comunal so pena de cargar con el fracaso de la experiencia y darle la razón a los que desde el MPN y aún desde la UCR siempre la han puesto en duda.

Por otro lado, el intendente debe lidiar con las presiones de su propio partido, en particular de su antiguo jefe, el diputado cobista Horacio "Pechi" Quiroga, que ante la expectativa de un retorno radical al poder de la mano del polémico vicepresidente, pretenden recuperar al municipio local para el folklore de la boina y el poncho sobre el hombro.

En realidad, Farizano no puede por ahora dar su brazo a torcer frente a sus correligionarios sin malograr su mandato, para cuyo éxito necesita mantener viva una cuota de pragmático kirchnerismo, aunque esto no sea más que una ficción.

Empero, Quiroga y el resto de los radicales que ya se frotan las manos con la figura del bueno de Cobos tampoco las tienen todas consigo. El único radical neuquino que maneja un aparato y un presupuesto apetitoso es Farizano y no Quiroga.

El otro dolor de cabeza que deberá enfrentar el jefe comunal es la competencia cada vez más abierta de la intente Une-CTA, que sin rubor ninguno usa la coalición municipal como palanca de su propio despegue. Para beneplácito del MPN, que sueña con seguir reinando entre una oposición dividida, el experimento político de la CTA en Neuquén persigue como objetivo convertirse en la tercera fuerza, luego del partido provincial y el cobi-quiroguismo. Es un hecho que la punta de lanza de ese proyecto, el ex abogado de ATE Mariano Mansilla, no cejará hasta embretar a Farizano en una interna abierta que, eventualmente, le permita ser el candidato municipal de la coalición. En ese contexto, en fin, Farizano hace buches y se juega a captar el favor de los vecinos con una gestión aceptable y una imagen menos teñida de humo de neumático que la de la conflictiva CTA.

POR HÉCTOR MAURIÑO