Reza la célebre maldición china: "Ojalá vivas tiempos interesantes". Pues bien: tanto en la Argentina como en el resto del mundo, este 2010 amenaza con ser un año sumamente interesante, en el que se resuelvan algunos interrogantes que desde hace tiempo mantienen en vilo a la comunidad internacional. Nadie sabe cómo será la próxima fase de la gran crisis económica que se originó en el mercado inmobiliario estadounidense, pero muchos temen que las cantidades colosales de dinero público que están gastando los gobiernos de los países ricos hayan inflado una serie de burbujas que pronto estallarán. Si ello ocurre, sentiremos las repercusiones.
¿Se debilitará todavía más el dólar por motivos económicos o se fortalecerá nuevamente merced a la inestabilidad geopolítica? Está por intensificarse el enfrentamiento entre el islamismo militante y los guardianes del statu quo, encabezados por Estados Unidos: ¿permitirá el presidente norteamericano Barack Obama que Irán adquiera un arsenal nuclear o hará cuanto resulte necesario para impedirlo? ¿Qué hará Israel frente a lo que toma por una amenaza existencial? ¿Cómo seguirán los conflictos en Irak, Afganistán y Pakistán?
De más está decir que la Argentina se verá profundamente afectada por lo que suceda en otras partes del planeta, sobre todo si un cataclismo en el "Gran Medio Oriente" tiene un impacto económico muy fuerte, lo que sería el caso si una vez mas el precio del petróleo se fuera a las nubes, pero aun cuando, para sorpresa de muchos, este año transcurriera con tranquilidad fronteras afuera, se enfrentará con una crisis política propia cuyo desenlace podría resultar traumático.
Todo hace prever que en este 2010 se decidirá el destino de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y su marido, el ex presidente Néstor Kirchner que, de acuerdo común, sigue siendo el hombre más poderoso del país a pesar de la pérdida del grueso de su capital político, ya que apenas el 17% de la población dice aprobar su conducta.
Los Kirchner saben muy bien que están en juego no sólo su "modelo" sino también el patrimonio enorme que se las han arreglado para acumular y, para colmo, su libertad personal. Ellos mismos siempre han entendido que su gestión conjunta podría terminar mal, de ahí las alusiones frecuentes que han formulado, a veces a través de integrantes de su círculo áulico, a "golpistas", "destituyentes" y su eventual negativa a abordar el helicóptero salvador, pero los demás miembros de la clase política nacional han preferido dar por descontado que la presidenta Cristina terminará su cuatrienio en la fecha estipulada para entonces entregar el poder a un sucesor elegido. Dadas las circunstancias, se trata de una expresión de deseos.
La situación política del país es precaria. ¿Podrá soportar dos años más de tensión creciente, de "crispación", de los vetos sistemáticos que fueron prometidos por el diputado oficialista Agustín Rossi a menos que el Congreso ya dominado por opositores se limite a obedecer sin chistar al Poder Ejecutivo y resignarse a la gestión económica alocada de Guillermo Moreno? La mayoría, asustada por la alternativa, apuesta a que los Kirchner opten por reconciliarse con la realidad política, pero hasta ahora no han dado señales de estar dispuestos a hacerlo.
Asimismo, aunque el bloque parlamentario oficialista, el del Frente para la Victoria, parece más compacto que cualquier otro, podría disgregarse en los meses próximos. En el crónicamente deprimido e inquieto conurbano bonaerense que constituye el último bastión kirchnerista, soplan vientos de fronda. Los intendentes clientelistas que lo rigen entienden que no les convendría quedarse pegados a un matrimonio que no está en condiciones de asegurarles el dinero que tanto necesitan. Si se trasladan a la oposición, los acompañarán muchos diputados aún oficialistas, lo que dejaría aislados a los santacruceños recién convertidos en bonaerenses.
Mucho dependerá de la Justicia. Está en marcha una serie de causas por enriquecimiento ilícito y otros delitos, cada una de las cuales podría culminar con un juicio político. A comienzos de diciembre, el diputado peronista disidente Francisco de Narváez provocó un revuelo al advertir que podría celebrarse un juicio político a la presidenta si "por vía de la Justicia hubiera una prueba o una sentencia" sobre hechos de corrupción. Por su parte, la influyente peronista Graciela Camaño atribuyó la decisión de Néstor Kirchner de ocupar su banca en la Cámara baja a que "necesita los fueros, así no sería indagado como fue indagado Zanola", el jefe al parecer vitalicio de los bancarios que fue llevado esposado a la cárcel por sus presuntas fechorías en desmedro de la obra social de su sindicato. Otro sindicalista que está en la mira de la Justicia es el camionero Hugo Moyano, el aliado más combativo, y menos confiable, del matrimonio presidencial.
Puede que los jueces opten por continuar dando a los Kirchner el beneficio de todas las dudas concebibles, pero se sabe que el clima en tribunales ha cambiado mucho últimamente, como suele ser el caso cuando resulta evidente que un gobierno antes "hegemónico" haya caído en desgracia, de suerte que es de prever que 2010 vea un conflicto de poderes, con el Legislativo y el Judicial enfrentándose con el Ejecutivo en una lucha que degrade todavía más a las instituciones básicas de la República.
A partir del reemplazo de Néstor por Cristina en la Casa Rosada el poder de los Kirchner se ha basado no tanto en sus propios méritos cuanto en la debilidad de una oposición dispersa conformada por una variedad de corrientes distintas. Si bien izquierdas, radicales, seguidores de Elisa Carrió, los conservadores de Mauricio Macri y peronistas disidentes pueden cerrar filas "en defensa de las instituciones", cuando es cuestión de coincidir en un eventual programa de gobierno las diferencias no tardan en hacerse sentir.
Es por eso que les alarma sobremanera la posibilidad, planteada con cierta frecuencia por los Kirchner mismos que en diversas ocasiones han jugado con la idea de dejar todo en manos del vicepresidente Julio Cobos, de tener que asumir imprevistamente la responsabilidad por gobernar un país tan faccioso como la Argentina. O sea que, una vez más, los políticos se creen constreñidos a elegir entre el mal conocido y el caos.
Por lo tanto, las perspectivas ante el país son inciertas. Entra el 2010 con una oposición confusa que en junio pasado se vio fortalecida por el electorado pero que es reacia a aprovechar su superioridad numérica por miedo a las eventuales consecuencias. La incertidumbre así causada perjudica la actividad económica, puesto que por motivos comprensibles los empresarios no quieren arriesgarse invirtiendo mucho dinero o contratando nuevos empleados
A lo mejor, la evolución de la economía nacional será mediocre. Todos prevén que durante este año la tasa de desempleo seguirá siendo muy elevada, superior al 10% en los distritos clave, lo que repercutirá muy negativamente en el estado de ánimo de amplios sectores de la población e incidirá en la tasa de criminalidad. Es probable, pues, que la inseguridad ciudadana, es decir, la sensación de que el país está infestado por una horda de delincuentes despiadados sin que las autoridades reaccionen como es debido continúe encabezando las prioridades ciudadanas y que se multipliquen las manifestaciones vecinales de repudio, cada una de los cuales podría tener consecuencias políticas muy graves.
POR JAMES NEILSON
